martes, 4 de mayo de 2010

IDENTIDAD DES-CONOCIDA

Después de despertar tardé un momento en orientarme. Primero noté la ausencia de la mesita de luz en su lugar habitual, cuando estiré la mano para buscar el interruptor de la lámpara. Luego noté que el armario no estaba a los pies de la cama y que la persiana no era la de mi balcón. Esa tampoco era mi casa, era evidente.

No reconocía nada de lo que me rodeaba; apenas me reconocí a mí mismo cuando me levanté con pocas fuerzas y en puntas de pies me acerqué al espejo. Tardé en asimilar mi aspecto, mi cara no parecía la habitual, mis pómulos estaban algo hinchados y de un color rosado, algo raro en mí puesto que siempre tenía frío, era lo que comúnmente se conoce como friolento y como mi piel era bastante oscura, no debería ocurrir ese efecto en mí, pero tampoco mi piel era oscura, al contrario, era bien clara, casi transparente. Mi pelo estaba desprolijo, largo como nunca antes y tenía rulos. Yo recuerdo que siempre tuve el pelo lacio y corto; esto me paralizó. Busqué otro espejo y veía la misma imagen, la misma cara, que no era la mía. Abría la boca, hacía ademanes como para tratar de encontrar algo mío, algo que me perteneciera, que me representara y que yo supiera que es mío. "Que estúpido soy, todavía no me miré el cuerpo".

Agache la cabeza, mirando hacia el suelo y me miré las piernas. El horror me paralizó, esas no eran mis piernas. Miré mis brazos, tampoco eran mis brazos. Enseguida me saqué la ropa, me desnudé y me paré frente a otro espejo de esa casa ajena y me vi. Ese no era yo, no era mi cuerpo, nada me pertenecía. Traté de calmarme y fui hasta la cama. Me senté en el borde y cerré los ojos. "Probablemente esté soñando, voy a acostarme, cerrar los ojos un rato y cuando despierte, todo volverá a la normalidad, como debe ser. Estas cosas no suceden nunca, sólo en las películas".

Me acosté con los ojos cerrados.

Diez minutos después, atemorizado, abrí los ojos. Vi nuevamente la casa ajena, la casa que no conocía. Me acerqué al espejo grande y me miré. Seguía igual, era otra persona. ¿Qué estaba pasando?.

Fui hacia el balcón y miré hacia afuera. No sabía dónde estaba. La tarde estaba hermosa, el sol quemaba los árboles y las calles con sus rayos de fuego. No reconocí nada del espacio que me rodeaba. Y hasta juraría que estaba en otra época, en cualquiera menos en la actual. Decidí salir del cuarto. Pero cuando estaba saliendo oí pasos, alguien que venía subiendo unas escaleras. "Yo no tengo escaleras en mi casa." La situación se ponía cada vez más tenebrosa.

Golpearon la puerta. Silencio. Golpearon nuevamente. Silencio. Luego de un minuto volvieron a golpear:

—¿Estas? –dice una voz femenina.

—Sí. ocupado –traté de pronunciar la menor cantidad de palabras posibles porque todavía no sabía cuál era mi voz. Al oírme no me reconocí tampoco. No era mi voz. —¿Puedo pasar? Está cerrada la puerta.

—¿Quá necesitás?

—Verte. Tenemos que ir a la casa de mis padres. ¿O ya te olvidaste? Hoy es nuestro casamiento –dijo con tono de broma–. Dale, no te hagas el olvidadizo.

No podía creer lo que estaba escuchando. “¿Quién soy? ¿Dónde estoy? ¿Me caso?” Todas esas preguntas pasaban por mi cabeza en ese momento.

—No podés pasar. Me estoy cambiando.

—No importa, quiero verte.

—Bueno, pero necesito hablar con vos. Tengo algo importante que decirte. –Estaba completamente (por entonces) decidido a decirle que yo no era quien pensaba ella que era, al menos no lo era por dentro, pero sí por fuera.

Entró la mujer y mi primera reacción cuando la vi fue quedarme callado; durante unos segundos no emití sonido, ni siquiera respiré. Dejé caer de mis manos un vaso que había tomado de una mesita y me quedé admirando a esa mujer. Su rostro era de un color rosado claro y sus mejillas tenían un tinte rojo. Sus labios eran gruesos pero no tanto, y tenía una sonrisa bien marcada que le hacía ver unos dientes que parecían hechos de leche y moldeados a manos por el mejor artista plástico del universo. Su pelo estaba rizado y le llegaba hasta la cintura (algo que encuentro hermoso a la vista de cualquier ser humano, sobre todo si es un hombre) y tenía puesto una cinta blanca que la hacía lucir como una princesa, más aún si le sumamos el vestido blanco que llevaba puesto, que le resaltaba mucho más su belleza. El vestido parecía bordado a mano, tenía pequeños diamantes pegados que, cuando los miré fijo, me hicieron reflejo con los rayos del sol y tuve que mirar hacia otro lado. Sus ojos eran verdes y toda su cara estaba bien proporcionada y no poseía ninguna arruga, ni siquiera cuando sonreía. También su vestido dejaba ver unos pechos redondos y lo suficientemente grandes, como para que cualquier hombre quisiera tenerlos en su cama. Su altura era de un metro setenta aproximadamente, un poquito más chica que yo y sus piernas parecían sacadas del dibujo de algún cuadro de doncellas extravagantes. Ella habló:

—¿Qué te pasa? ¿Qué haces? Estás embobado –dijo con una dulzura descomunal.

—Sí, perdón. Son los nervios previos al casamiento de los que la gente tanto habla. Ahora los entiendo.

Pronuncié esas palabras pero no estaba escuchándome. Estaba sumergido en mi propio mundo, en mi fantasía. Y sólo estábamos ella y yo. Aquella mujer era hermosa. Las personas generalmente dicen "Es la mujer más hermosa que vi en mi vida" para quedar bien con ellos mismos y con la dama en cuestión. Bueno, esta frase no se comparaba con la belleza de esa mujer. Nunca había visto algo así. A ella el premio a la mujer más bella del mundo le era chico. Es difícil describirla con palabras, pero era perfecta, y no sólo para mí, no era algo subjetivo, era totalmente objetivo. Cualquiera en mi lugar diría lo mismo y hubiese hecho lo mismo que yo. Callarse, no decir nada de mi identidad. Lo medité esa tarde recostado en la cama, en la habitación que no conocía y que no sabía a quien le pertenecía y me decía: "Es hermosa. Nunca tendré la posibilidad de estar con alguien tan bella. Tengo que disfrutar este momento, mas adelante busco información de quién soy y qué pasó con mi verdadero cuerpo, pero ahora estoy acá y no quiero irme. Será egoísta pero es lo que quiero. Después de todo soy humano, y nosotros hacemos cualquier cosa por ser felices, aunque sea por un instante. Y yo quiero ese instante de felicidad, aunque tenga que sacrificar mi propia vida e identidad."

Esa misma noche me casé con ella. Fuimos felices un tiempo. Luego comenzó a engañarme con otros hombres, pero no me importó, era muy hermosa y conmigo era buena, y eso me bastaba. Y nunca indague sobre mi verdadera identidad, ni siquiera volví a pensar en eso. Lo que comenzó como algo horrible terminó siendo algo hermoso, al menos para mí. Desde ese día soy Juan Cruz Valdivia esposo de Francisca de los Santos Azcurra y lo seré por el resto de mi vida. Aunque ahora me pregunto: “¿Qué habrá sido del verdadero Juan Cruz? ¿Estará en mi cuerpo?” Quizás algún día me lo cruce en otra vida.

lunes, 12 de abril de 2010

DOLRUDJA

Dolrudja es todo lo contrario, se dice que hubo personas desaparecidas en una tierra extraña, en donde hay un pantano pero aseguran que ahí desaparecieron hombres y mujeres que iban caminando y no se supe más de ellos. Sólo una persona volvió y pudo contarlo y esa persona soy yo Ezequiel.

Yo era un chico común hasta que un acontecimiento me cambió la vida, para mal. Iba caminando por el costado de ese pantano cuando alguien se me apareció, un extraño ser que estaba usando ropa vieja, algo así como la de un pirata pero un poco rota. Tenía el pelo largo y visiblemente sucio, enmarañado y atado. Su cara daba el aspecto de que había estado en una pelea recientemente, tenía sangre en un pómulo y en la nariz, el labio inferior un poco hinchado y le faltaban 3 dientes si mal no conté, lo que hacía casi inentendible lo que decía. En su mano derecha tenía una especie de rastrillo pero con tres puntas, como con el que aparece el diablo en los dibujos que la gente hace comúnmente de él. Estaba descalzo pero con los pies embarrados. Sin dudas me inspiró temor cuando lo vi y más aún cuando me habló.

—¿Adonde crees que vas? –creo que me dijo.

—Estoy paseando y me encontré con este pantano de repente.

—Venís conmigo ahora –me dijo y me tomó de las manos que más bien parecían garras.

—¿Adonde vamos? –dije tratando de zafarme de sus garras.

—A mi pueblo, sos mío ahora.

—No sé de que estas hablando, acá no hay ningún pueblo, sólo leyendas.

—¿Oíste hablar de Dolrudja?

—Son leyendas como te dije recién.

—Bueno, callate y vení conmigo, no te me vas a escapar.

No pude hacer nada, era tanto mi temor ante aquel ser que me quedé callado y ni siquiera opuse fuerza alguna.
Caminamos unos minutos y de la nada apareció una puerta delante de nosotros; vi que hizo algo con la mano, como un chasquido, como quien está cantando el tema de Los Locos Adams, pero no estoy muy seguro. Abrió la puerta, entramos y caminamos por un pasillo sin luz que iba hacia abajo. Al hacer unos veinte pasos había otra puerta con una llama en el medio. Este sujeto la empujó y la puerta cedió. Cuanto entré no podía creer lo que veía: el cielo era negro, oscuro, tan oscuro que era difícil ver, no había luz, ni siquiera artificial sólo la luz del fuego, del fuego de las plantas, las maderas, la paja que estaban incendiadas como en algún tipo de protesta cajera que esta tan de moda hoy en día. A medida que caminamos en medio de ese caos me di cuenta de que todas las personas eran iguales, excepto el sujeto que estaba conmigo, los demás tenían el mismo aspecto que este tipo pero no llevaban el rastrillo de tres puntas ni estaban descalzos ni estaban lastimados, eran personas normales; eso sí, ninguno me inspiraba confianza más bien terror, miedo, quizás era mi paranoia, pero eran todos feos, muy feos y estaban sucios, como sino se bañasen. A nadie parecía molestarle el fuego, seguramente estaban acostumbrados, como se acostumbra uno a las cosas diarias de su vida. Todos me miraban y se reían y me señalaban, y escuché murmurar a alguien algo así como, “Te llegó la hora”, mas tarde averiguaría qué significaba eso.

—¿Dónde estamos? –pregunté mirando hacia las casas, casas viejas, muy viejas que parecían iglesias, todas grandes muy grandes, todas negras y la mayoría con gárgolas ubicadas en el punto más alto de cada edificio. Cuervos rondaban en el cielo como buscando comida, y ya sabemos que los cuervos huelen la muerte, y adoran la sangre y la carne humana, por lo tanto sentían que alguien estaría por morir.

—En Dolrudja –me dijo el extraño sujeto.

—¡Quiero irme de acá! –grité y todos los que estaban cerca se dieron vuelta y se rieron.

—Si encuentras la salida te vas tranquilamente. Te doy cinco horas para que la busques –me dijo mientras me soltaba y sus ojos se agrandaban, y su boca formaba una risa irónica que no entendí en ese momento.

—Bueno, gracias. No nos veremos nunca más porque memoricé el camino por el cual vinimos. Chau. –Y me di media vuelta mientras todos se seguían riendo a mis espaldas.

Hice el mismo caminó y al llegar adonde supuestamente estaba la puerta, para mi sorpresa había un árbol prendido fuego. Seguí buscando sin éxito durante las cinco horas. Visualicé personas que me parecían conocidas, personas que había visto en la televisión o al menos eso creo. Para ser mas exactos, eran políticos a los que la gente siempre les decía, “Van a ir al infierno” u “Ojalá que te pudras en el infierno por las cosas que estás haciendo” y cosas así. También vi tigres, leones, panteras y todo tipo de animales salvajes, todos persiguiéndose los unos a los otros y peleando con rabia por sobrevivir en ese mundo atroz. Yo parecía un sapo de otro pozo en medio de todo eso y hasta atiné a pensar que me encontraba en el infierno, pero eso no tenía sentido porque nunca había hecho nada malo en mi vida.

—Acá estás.

—¿Como me encontraste? –pregunté anonadado.

—Yo encuentro a quien quiero aquí. Es mi pueblo, mi lugar, mi ciudad o como quieras llamarlo –dijo y me guiñó el ojo izquierdo; al hacerlo vi que tenía dos colmillos gigantes y muchísimas arrugas.

—¿Me estas diciendo que sos el dueño de este lugar?

—Así es –dijo orgulloso.

—¿Y porque no pude encontrar la salida, si seguí el camino sin equivocaciones?

—Nunca la encontrarás y ahora venís conmigo; ya te dí las cinco horas y se agotó tu tiempo.

Al decir esas palabras me tomó con sus garras y con su suciedad, y me llevó hacia uno de esos edificios que antes mencioné. Al entrar miré hacia mi derecha y luego hacia mi izquierda y había sangre por todos lados; no había luz tampoco sólo antorchas de fuego colgadas en la pared. Al mirar el techo vi que había jaulas, jaulas enormes con personas adentro atadas con grandes y enormes cadenas que tenían candados imposibles de abrir; no se movían, pero se notaba que respiraban y que estaban cansados de tanto gritar y pelear por escapar de ahí adentro. Los cuervos estaban en las ventanas gigantes que había por todas las paredes, esperando que alguno muriera, y así entrar y comer su cuerpo ya sin vida. La escena era horripilante, parecía sacada de una película de Tim Burton pero más oscura y tenebrosa todavía.

Fuimos hasta una puerta, la más grande y que se encontraba subiendo una larga escalera que parecía no tener fin. Abrió la puerta y vi una jaula de las que estaban colgadas pero ésta estaba vacía.

—Esa es para vos –me dijo el horrible sujeto.

—¡Nunca! Grité y saqué una cruz de mi bolsillo.

—¡Muere bestia inmunda! –le grité mientras le mostraba la cruz y le tiraba agua bendita–. Sabía que algún día te encontraría, ¡muere maldito ser viviente! –y comencé a decir lo que dice todo cura en un exorcismo.

—¡No! ¡No debo morir! ¡Nunca te olvidarás de mí! ¡Te visitaré en tus sueños, esta era tu hora! –dijo mientras se prendía fuego y se derretía, y sus huesos comenzaban a desaparecer.

Luego no pude ver nada, pero sí vi el humo que había dejado el cuerpo de ese sujeto incendiándose. Cuando el humo se disipó, me acerqué y no había nada, sólo cenizas pero al tomarlas con mis manos desaparecieron. Me paré y cuando miré a mi alrededor ese lugar monstruoso no estaba: los edificios, los animales salvajes, los cuervos, la gente horrible, las risas, la sangre, el fuego, todo había desaparecido, como si se lo hubiera tragado la tierra. Y en lugar de eso estaba el pantano. Me quedé parado un momento, luego me senté y me quedé callado sin pensar en nada. Diez minutos después me fui caminando bordeando el pantano mirando en cada árbol indicios de aquella puerta misteriosa pero nada encontré.


Hoy diez años después estoy en un manicomio a causa de todo el trauma que esta experiencia me causó, y todavía nadie me cree, y hasta me hicieron dudar a mí si todo eso había sido real. De lo único que estoy seguro es que afuera de mi habitación hay cuervos dando vueltas y que me guiñan el ojo y se ríen, y hasta creo que los escuché balbucear algo así como “Te llegó la hora”. Todos los días tengo miedo de dormirme y soñar, porque ese sujeto aparece y me mata en cada uno de mis sueños y de diferentes maneras, una más sangrienta que la otra. Creo que era mi destino y que debía morir ese día que estuve en Dolrudja, pero mi fe es grande y un cura no puede morir en manos de un sujeto como ese, aunque les confieso que más de una vez se me cruzó por la cabeza abrir la ventana de mi habitación.

miércoles, 7 de abril de 2010

SELENIA

Lo primero que se debe decir sobre Selenia es que es una ciudad hermosa, viva y alegre. Es como aquella primera novia, el primer amor de nuestra vida que nunca vamos a olvidar y con la cual pasamos momentos hermosos y eternos, porque son la primera experiencia y en general esto se te queda grabado en el cerebro para toda tu vida. Una vez que visitas este maravilloso lugar llamado Selenia, no te querés ir más. El cariño de su gente, lo bello de sus verdes paisajes, la arquitectura moderna pero no exagerada donde viven familias numerosas con perros y gatitos, gallinas y conejos, canarios y tortugas, los caminos perfectos, con una tierra lisa y llana y bien cuidada como si fueran expertos agricultores esperando ser recorridos.

La primera (y única) vez que fui allí fue por casualidad, aunque no creo en las casualidades (más bien todo lo contrario), creo en que todo pasa por algo y paso a contarles la historia.

Yo estaba navegando, como acostumbraba, por el Río cuando de repente el cielo se puso negro, como si estuviera por abrirse un gran hoyo negro y succionara todo a su paso, comenzaron a sentirse truenos y a iluminarse aquel oscuro firmamento con temibles rayos acompañados por estruendos que podrían haber dejado sordos a más de uno y de una fuerte lluvia seguida de granizo, granizo que parecían piedras arrojadas con furia por alguien, como cuando sos un niño y querés experimentar tirándole con piedras a las latas para medir tu fuerza y demostrar que sos más que los demás niños de tu edad. Todo eso completó mi mala suerte, nunca antes me había ocurrido algo así, por eso ni mi barco ni yo estábamos preparados para semejante recibimiento de la madre naturaleza.

Lo siguiente que recuerdo es despertarme en una pequeña habitación, acostado en una confortable cama mirando hacia arriba. Cuando di vuelta mi cara hacia la derecha vi una mesita de luz con un velador y un retrato de cinco personas, que más tarde supe que era la familia dueña de la casa y salvadora de mi vida. La habitación estaba callada pero se respiraba un aire limpio y puro, nada que ver al que se respira en Capital Federal. Giré mi cara hacia la izquierda y vi a una persona de espaldas que aparentemente buscaba algo en una gran mesada. Al darse vuelta esta persona vi en su rostro una serenidad y amabilidad nunca vista antes por mí, a pesar de ser un hombre de viajes, de grandes viajes por el mundo. Sus pequeños ojos transmitían tranquilidad y calma, eran verdes, un verde transparente capaz de enamorar a cualquiera que los mirara, que sea capaz de mirarlos con detenimiento, porque esos ojos no eran ojos cualquiera, había algo que los hacía especiales y no era fácil mirarlos por mucho tiempo sin que se te nuble la vista y tengas que cambiar el punto de visa o el enfoque. Una nariz diminuta, casi imperceptible si esto es posible, una boca que al verme me sonrieron y se movieron pronunciando una frase que no escuché, mejor dicho que no presté atención porque estaba metido en mi cabeza, en mis pensamientos mas profundos que ahora mismo estoy relatando. La mujer habló de nuevo y esta vez tuvo toda mi atención.


-Por fin despiertas. –dijo alegre y acercándose hacia mi que seguía inmóvil en la cama.

-¿Qué pasó? ¿Qué me pasó? ¿Dónde estoy? –fue lo primero que cualquiera diría en mi situación, que cualquiera diría cuando se despierta en un lugar que no conocés y donde nada te parece familiar y sobre todo que no sabes que te pasó.

-Tranquilo, no temas. Te encontramos en la orilla del Río, tirado en la arena, y más lejos encontramos a tu barco casi totalmente destruido. –me contó mientras me ponía unas gasas en mi pierna derecha donde vi que tenía muy lastimado, pero increíblemente sus manos suaves hacían que el dolor desapareciera. –Estas muy lastimado y en varias partes. –me dijo.

-Muchas gracias. No sabes cuanto te agradezco.

-Así somos en Selenia. –dijo y su risa mostró una dentadura perfecta y blanca junto con unos labios carnosos pero no tanto, “el punto justo” siempre me decía un amigo.

-¿Selenia? Nunca escuché ese nombre y yo soy un gran viajero.

-Nadie nunca ah escuchado. –creo que me dijo, porque yo tenía mucho sueño, estaba muy cansado y no escuchaba del todo bien. Pero ahora puedo asegurar que lo que escuché fue lo correcto. A causa de esto mi reacción no fue la de un ser humano normal que le dicen semejante cosa.

-Eso es raro. Muchas gracias nuevamente, pero debería volver a casa.

-Aún no puedes. Tienes muchas lesiones te dije y tu barco no está terminado. Mi familia se está ocupando de eso y yo de ti. -Al decirme eso sentí un escalofrío, el que se siente cuando la mano de tu ser amado roza tu cuerpo por primera vez. Luego me dormí profundamente.

Pasaron varios días hasta que pude caminar, aunque con dificultad y salí afuera. Veo que varios hombres trabajan en mi barco, algunos desde abajo, otros en su interior, al menos alcance a contar veinte hombres, hombres que no me conocían, que ni siquiera habían hablado conmigo y así y todo me estaban ayudando, sin saber nada sobre mí, bien podría ser algún demente o algún ladrón que va viajando de ciudad en ciudad robando en su gran barco, pero a ellos no les importaba, confiaban en sus instintos y era amables por naturaleza.

-En unos días podrás irte. –me dijo ella mientras regaba las flores de su gran jardín, porque en allí cada casa tiene su jardín bien cuidado que hacen a esta ciudad tan bella y armoniosa. El sol le daba en la cara proyectando una hermosa sombra en el piso sobre sus espaldas, parecía como si la sombra fuera a tomar vida e ir al cielo. Ella en ese momento parecía un ángel, un ángel que apareció en mi vida para salvarme de la muerte en aquel Río.

-No tengo palabras para demostrar mi gratitud. Quizás algún día tú y tu familia podrían ir a visitarme a mí casa así los agasajo para agradecerles todas las molestias y les pago los gastos ocasionados en el arreglo de mi barco.

-Me temo que eso no será posible. –me dijo sonriéndome como siempre lo hacía.

-¿Por qué no? –pregunte asombrado.

-Algún día lo sabrás, pronto. –me dijo y se dio vuelta mirando a sus flores y prosiguió regándolas porque mientras hablábamos, había dejado de regarlas.

En ese momento no me di cuenta lo que significaban esas palabras.

Pasaron varios días y aquella familia me trató como a un integrante más de ellos. Ricas y abundantes comidas, juegos triviales y divertidos, caminatas por el Río y visitas al centro de la ciudad se sucedieron día tras día. Me hicieron sentir tan bien, que yo me acostumbré y me sentí mejor que en mi propia casa, estaba en esta perfecta ciudad llena de colores disfrutando de un rico desayuno cuando viene ella y me dice:

-Tu barco está listo.

-¿Tan rápido?

-Pasó un mes. Nos hubiese gustado haberlo terminado antes pero hicimos todo lo que estuvo a nuestro alcance para terminarlo lo antes posible.

-Como pasó el tiempo. Me parece que fue ayer cuando me desperté en tu cama.

-Acá el tiempo no importa, pasa más rápido que en otro lado, pero eso es porque se nos pierde la noción del mismo.

-Creo que eso sucede en todas las hermosas ciudades como Selenia. –en el fondo yo sabía que esa era la ciudad mas hermosa de todas las que yo había conocido, que eran muchas, y que el tiempo realmente no importaba cuando se estaba tan cómodo.

Esa misma tardé, a pesar de mis ganas e insistencia de querer quedarme, partí de Selenia luego de una merienda con toda la familia y de abrazar y agradecer a cada uno, en especial a ella, a mi ángel que me cuidó durante un mes. Al abrazarla sentí una fuerte emoción y ella besó mis labios y me dijo:

-Nunca me voy a olvidar de vos. Te voy a visitar en tus sueños.

-Eso espero. –le dije con los ojos llorosos. Vi que sus ojos también brillaban. Estaba más hermosa que nunca.

Me acompañaron hasta mi barco y se quedaron saludándome desde la arena mientras yo subía y preparaba todo para partir. Al arrancar el barco miré hacia atrás para poder divisar la ciudad y saludar a la familia, pero no había nada de nadie, sólo montañas y lagunas, hermosas por cierto, con aguas cristalinas. Sólo vi una luz por arriba de una de las montañas que se prendió y apagó varias veces hasta que parpadeó por última vez y se disolvió en la nada como una estrella fugaz: -Es ella. –pensé para mi interior. Mi asombro fue tal que no dije nada a nadie.

No sé si todo esto fue un sueño o si ese mágico lugar existió o si existe aún, porque al llegar a mi casa busqué en la computadora información sobre Selenia y no encontré nada. Sólo sé que fue lo más hermoso que me pasó en mi vida y algo más, ella me visita todos los días en mis sueños y es tan real que no sé cuando estoy dormido y cuando despierto.

lunes, 29 de marzo de 2010

RECUERDOS OSCUROS

Fragmento del diario íntimo de Gabriel:


Lunes 22 de Marzo de 2010:

De pronto me encuentro solo en la oscuridad de la noche, en mi cuarto, sin recordar episodio alguno de lo ocurrido esta tarde; solamente me queda un pequeño recuerdo, confuso y borroso. Recuerdo haber hablado con Matías en algún momento de la tarde, tengo su imagen en mi cabeza diciéndome que no me preocupara más, que todo iba a mejorar y que pronto terminaría este calvario que estaba viviendo. Y ahora, mientras escribo esto, estudio sus palabras y trato de buscarles un significado pero no lo encuentro.

Voy a repasar los hechos para aclarar qué sucedió esta tarde, qué me pasó y por qué me siento de esta manera, tan abrumado y sin ganas de nada pero a la vez con ganas de empezar todo de cero.

Voy a repasar los hechos como dije anteriormente. Primero, debo empezar por lo que sucedió hace exactamente una semana, cuando estaba en mi departamento estudiando para mi examen de ingreso a la Universidad, y recibí el llamado de mi padre, que vive con mi madre en Flores y me dijo que ella estaba enferma, que la habían internado de urgencia y que vaya de inmediato a verla. Le digo que ya mismo salgo para allá y que no se altere ni se preocupe y que todo iba a estar bien, porque en su voz y en su forma de hablar y pronunciar cada palabra se notaba la angustia que tenía; hablaba aceleradamente, aunque él se caracteriza por ser un hombre calmado y tranquilo al hablar. Con estas conjeturas también me di cuenta de que lo de mi madre no era algo normal, sobre todo porque a ella nunca le ocurren este tipo de caídas, siempre llevó una vida sana y tranquila, y siempre gozó de buena salud. Todo esto, sumado a la voz de mi padre, no eran buenos síntomas y corté el teléfono: ya estaba empezando a sentirme algo nervioso.

Tomé el primer colectivo con destino a Flores. Luego de media hora de viaje llego al hospital y veo a mi padre, con lágrimas en sus ojos que viene hacia mí, con prisa pero a la vez no queriendo llegar nunca a mis brazos, tratando de evitar aquel encuentro. En ese momento temí lo peor porque uno cuando está en un hospital siempre teme lo peor y saca este tipo de conclusiones sin saber nada antes. Efectivamente las primeras palabras de él al abrazarme y besarme fueron estas: “Se nos fue Gabi, se nos fue. Está en un mundo mejor ahora. Hay que recordarla como era en vida. Feliz y cariñosa, una mujer hermosa, amable e inteligente y, sobre todo, buena persona, la mejor persona que conocí en mi vida”.

Al escuchar estas palabras de parte de mi padre, recuerdo ahora, que ya no lucía como cuando hablamos por teléfono, al contrario, estaba calmado y tranquilo, como si estas palabras que me dijo las hubiese pensado mientras yo iba camino al hospital.

Los días siguientes a ese hecho fueron horribles, los peores de mi vida. Me la pasaba encerrado en mi cuarto, recuerdo. Cuando llegó el sábado el primer movimiento de recuperación que hice fue llamar a mi novia e invitarla a salir. Ella me dijo que la llamé en el momento justo porque tenía que hablar conmigo. En ese momento mis pensamientos comenzaron a vagar nuevamente como cuando recibí la noticia de la muerte de mi madre. Recuerdo que el camino de mi departamento hacia el bar fue eterno, interminable. Los dos estábamos en silencio, sin omitir palabra alguna; se notaba la tensión, casi se la podía ver. Por la forma en la cual ambos caminábamos era como si no estuviésemos ahí, como si ella estuviese caminando por la vereda de enfrente y nunca nos hubiésemos conocido, como si fuésemos dos extraños más vagando sin rumbo por Capital Federal, dos almas solitarias que nunca cruzarán palabra.

Llegamos al bar y nos sentamos en misma mesa de siempre, casi en el medio del salón, no sé por qué, pero nos gustaba esa posición, y por fin ella habló:
—Tengo que decirte algo. No quise hacerlo antes porque vos estabas mal y yo no quería ponerte peor, así que esperé y cuando recibí tu llamado fue como una señal de que estabas mejor –dijo sin respirar, sin dejarme decir nada entre medio y mirándome a los ojos. Siempre parecía nerviosa, pero no lo estaba, así era ella, indescifrable, capaz de cambiar de humor de un segundo a otro, nunca entendí cómo hacía eso pero creo que todas las mujeres deben ser así en cierto modo, me da esa impresión.
—¿Qué sucede amor? –le dije tímidamente, casi sin pronunciar la palabra “amor”; fue tibia e imperceptible.
—Antes que nada te pido perdón, no estaba en mis planes pero…conocí a alguien, fue casual. Yo estaba en el cumpleaños de…
—No me cuentes más, no quiero saber más nada –la interrumpí abruptamente.
—Sólo quería explicarte.
—Basta, no hables más. Pero dime esto ¿Ya no me quieres?
—No es eso. La relación llegó a un límite, nada será como antes, no me siento bien, no soy feliz.
Nunca entendí qué significa esa frase “la relación llegó a un límite” que parece gustarles tanto a las mujeres hoy en día. Una relación no tiene fecha de vencimiento como una lata de tomates o un yogurt, o querés estar con la persona o no, así de simple.
—Esta bien, si eso es lo que pensás te respeto –dije finalmente luego de pensar unos segundos.
El resto del encuentro fue sombrío; ya sabíamos que sería nuestra última salida juntos, pero no nos dijimos nada lindo, ni siquiera discutimos, cosa que me pareció rara; quizás yo tampoco sentía tanto amor como pensaba. Seguramente, mi reacción tampoco fue la esperada por ella; tal vez todavía en mi cabeza estuviera dando vueltas la muerte de mi madre, y ahora que lo veo unos días más tarde, creo que esa es la razón principal de mi reacción o, mejor dicho, de mi no reacción.

El domingo fue normal, nada extraño ocurrió, miré el partido de Boca con mis amigos mientras tomábamos mates; nada fuera de lo común para un domingo.

Y así llego a esta mañana. Ahora me vienen más recuerdos, ahora que revolví en mi cabeza me llegan más pensamientos claros.
Hoy me levanté a las ocho, prendí el televisor como siempre hago, ¿y qué vi que me causó más daño aún? Ah, ya recordé. Un choque. ¿Pero por qué me dolió tanto? Me veo sentado frente al televisor, mirando atento, callado y con lágrimas en mis ojos. Veo un Polo blanco. ¿Un Polo blanco? ¿Quién tiene un Polo blanco? Debo hacer memoria. Veo que dicen que fallecieron los integrantes del auto. ¿Pero quiénes son? ¿Los conozco acaso? Son adolescentes, de sexo masculino. Chocaron contra un camión que cruzó cuando el semáforo estaba en rojo. Ahora me veo llorando desaforadamente gritando dos nombres pero no recuerdo cuáles. Hace diez minutos que estoy tratando de acordarme de ese momento y de los nombres, pero no puedo. Ya sé, ahora sí, recordé y se me están llenando los ojos de lágrimas, y retiembla la mano mientras escribo esto. ¡Juan y Nicolás! ¡Mis dos mejores amigos! Murieron esta mañana en ese accidente. ¡Están muertos! Ahora recuerdo todo, fui al velorio y a la tarde cuando volví al departamento estaba muy deprimido, no paraba de llorar, estaba en mi peor momento. La seguidilla de sucesos que me ocurrieron esta semana fueron terribles, no creo poder recuperarme nunca. Ahora ya sé qué hice esta tarde, o mejor dicho, qué intenté hacer, pero sin éxito, y ya sé por que está mi padre cuidándome, casi vigilándome. Él está en el living y yo aquí en mi pieza. Ya sé porque está aquí y recuerdo que me encontró justito cuando estaba por apretar el gatillo apuntando a mi cabeza, pero lo que no sabe es que tengo otra pistola que un día me regaló mi madre, que en paz descanse, “porque en este barrio hay muchos locos sueltos”, me dijo, “y no se puede confiar en nadie, hay mucha inseguridad”, y me hizo prometerle que la usaría sólo en una situación extrema, que me la daba para que ella se quedara tranquila y pudiera dormir de noche, y por supuesto que yo le dije que sí, que nunca la usaría y de hecho cumplí.
Pero esta es una situación extrema, madre, y yo sé que vos estás tranquila allá arriba, pero yo no lo estoy acá así que…,padre, cuando estés leyendo esto probablemente yo ya esté en otra vida, en una vida mejor, junto con mamá y mis dos mejores amigos. Te amo pá, y gracias por todo, perdón por dejarte sólo pero no aguanto más. Espero que al leer esto sientas compasión por mí o al menos me entiendas y entiendas lo que pasaba por mi cabeza. Adiós.


P. D: Ahora sé porque mi mente borró todo esto de mi cabeza y maldigo mi memoria y maldigo haber recordado todo.




Viernes 26 de Marzo:

Pasaron cuatro largos y duros días desde la última vez que escribí. Que mal la pasé, peor de lo que podría haberme imaginado porque como verán, no pude terminar con mi vida, mejor dicho no tuve las agallas para hacerlo. Cuando escribí Adiós se me vino a la mente mi Madre (que en paz descanse), que no tuvo oportunidad de despedirse, por eso decidí pasar unos días con mi Padre, para ver como me sentiría y para hacer como una especie de despedida hacia él, porque después de todo, él no es el culpable de nada, de hecho siempre estuvo conmigo y me apoyó en todo, y sobre todo en estos días en los cuales me veía decaído, llorando, paseando por la casa a oscuras sin sentido alguno, por las noches yo me despertaba abruptamente gritando ¡Madre! ¡Madre! Y él aparecía y me preparaba un té para tranquilizarme y juntos nos poníamos a recordarla, momento en el cual siempre se le ponían los ojos brillosos pero nunca se le caía una lágrima, demostrando la entereza, fuerza y valor que tenía, tres valores fundamentales que ya no logro encontrarlos en mi vida. Pareciera que el dolor le ganó al amor.

Como dije antes, mi Padre estuvo constantemente arriba mío en estos días, me demostró mucho amor, me cuidó y se interesó por mi bienestar, todo eso no puedo hacer mas que agradecérselo, pero ahora si estoy completamente decidido a suicidarme, no puedo seguir viviendo así, soy muy joven y en muy poco tiempo me pasaron cosas horribles, atroces, por ejemplo ayer me enteré que se casa novia, hace menos de una semana que cortamos y ya se casa, yo me pregunto ¿Hace cuanto que estaba saliendo con ese tipo?¿Durante cuanto tiempo me engañó? Que ciego fui, y siempre será igual, porque soy así, ciego, confío demasiado en las personas y en este mundo no se puede vivir de esta manera y no estoy dispuesto a cambiar mi forma de ser para lograr la aceptación de la sociedad, esta maldita sociedad que nos rodea y que nos dice que hacer y que no hacer, que esta mal y que esta bien, yo no sé que se creen que son algunos, ¿Los jueces del universo? Este mundo de hoy es un infierno y yo estoy en él, ¿Que peor podría ser morir? No creo poder estar. Quizás este mejor en aquel mundo, mejor de lo que estoy acá, tu me extrañarás Padre, lo sé, pero no hay nada que pueda hacer ni que puedas hacer para que yo cambie de opinión, la decisión esta tomada, ya es tarde, ya sufrí mucho, ya pasé por muchas cosas que no estaba preparado para sufrirlas, como dije antes, soy joven y no quiero seguir viviendo así, no me merezco todo este dolor que tengo en mi interior. Ahora si espero que sepas entenderme Padre, y trata de ser feliz como yo no pude serlo acá. Nos veremos en otra vida, al menos eso es lo que quiero pensar.

sábado, 20 de marzo de 2010

PENSAMIENTOS RETORCIDOS

Franco está sólo en su casa, sus padres se fueron de vacaciones a Punta del Este, es hijo único y por lo tanto tiene toda la casa para él sólo por quince días. –Cuidá la casa, limpiá y ordená, quiero ver todo igual cuando regresemos. Ah, y ojo con tus amiguitos y tu noviecita, no hagan lío, mirá que yo me entero de todo. –no le veo nada nuevo a esto, pensaba Franco en ese momento, si me lo dice todos los santos días.

Estaba feliz porque no tendría que soportar los gritos de su madre ni los enojos de su padre y además porque por fín podría tener intimidad o tiempo a solas en su casa, con Analía, su novia con la cual no hacía mucho que salía.

Hoy es el día, pensaba Franco, en una hora llega Analía, todo debe ser perfecto porque ella lo es. Temprano ese día Franco había limpiado toda la casa, acomodado las cosas, había comprado los ingredientes para cocinar y también había alquilado una película de amor, típica para ver en pareja. Media hora antes de lo pactado con Analía, ya tenía todo preparado, la comida estaba casi lista.

A las nueve, que era la hora a la cual supuestamente venía Analía, Franco mira por la ventana impaciente y no la ve venir. –Que raro, ella que es tan puntual. –dice en voz alta moviendo la cabeza de derecha a izquierda. -Quizás este algo retrasada, no debo pensar más giladas.

Pasan quince minutos y ya Franco comienza a hacer conjeturas dentro de su cabeza. ¿Le habrá pasado algo? ¿Qué hago? ¿La llamo? No, no quiero parecer desesperado, ya llegará. ¿Pero y si no la llamo y efectivamente le pasó algo? No creo, porque ante tal caso me hubiera llamado o avisado de alguna manera. Ya debe estar por venir, no debo pensar más.

Pasan quince minutos más y Franco se empieza a comer las uñas del nerviosismo y nuevamente vuelven los pensamientos a su cabeza de enamorado: Seguro que no viene. Seguro se dio cuenta que hoy íbamos a estar solos por primera vez. Seguro lo vió en mis ojos. Seguro pensó que yo estaría así, como estoy, ansioso y nervioso y por eso no viene. Pero no estaría así si ella hubiera llegado a horario. Claro, ella es la culpable, yo no, yo hice las cosas bien. Es obvio que alguna vez tendremos que hacer el amor y hoy era el día, pero claro, la señorita no piensa venir y encima ni siquiera me avisa. Ma si, cuando la vea recorto el rostro, de una, ya fue todo, mirá si yo voy a estar así por una minita, hay miles, millones dando vueltas por ahí. Segundos mas tarde reflexiona: Pero Analía es hermosa, inteligente, única y tan pero tan buena! No importa, esto no se lo perdono, jamás! Y al pasar esto por su mente, golpea la mesa del living donde estaba esperando a su novia.

Franco se puso a mirar televisión, pero cuando escuchaba algún ruido proveniente de la calle o de su vereda, miraba la puerta de su casa o la ventana, para ver si ella se acercaba.

¿Pero a quien quiero engañar?, seguía maquinándose Franco por dentro, ¿mirá si una chica como Analía va a andar con alguien como yo? Era sabido que no me iba a querer más, que se aburriría conmigo, que tarde o temprano se cansaría de mí, si soy horrible, feo, feo, feo, horrible! Y un inútil, ni trabajo puedo conseguir, no me merece. En cambio ella, ella es divina y estudiosa, si, muy estudiosa, ya se recibe de contadora y con tan sólo 23 años recién cumplidos, se merece alguien mejor, que este a su nivel, a su altura, que ni me llame, esta bien lo que hace, si soy un fracaso.

Quince minutos después Franco se va al dormitorio y con lágrimas en los ojos piensa: ¿Por qué me dejó? ¿Qué hice mal? Siempre la trate bien, siempre fui un amor, siempre le di lo mejor.¿Que hice mal? Nada hice mal. ¿Quizás le demostré mucho cariño en poco tiempo? Eso a algunas mujeres no les gusta. Pero así soy yo y a ella le gustaba, no parecía molestarle, nunca me dijo nada al respecto. En ese momento Franco se larga a llorar desconsoladamente. –Volvé Analía, volvé! –grita a la nada misma. -Te extraño, te quiero!

Luego de llorar unos tres o cuatro minutos más o menos, vuelve al living y sigue pensando: ¿A quien quiero engañar? Por supuesto que hice todo mal. No tenía que ser tan meloso. Tengo que aprender a ser mas cauteloso, a ir despacio, basta de ser tan demostrativo. Se acabó! Nunca voy a volver a serlo. Desde hoy nace un nuevo Franco, no voy a cometer de nuevo el mismo error, se puede ir a la mierda Analía y toda su belleza y amor, no tengo que pensar mas en ella, chau Analía, no sos nadie para mí, nunca lo fuiste, se acabó. De repente se escuchan pasos afuera que interrumpen los pensamientos de Franco, este mira hacia la puerta y se escuchan que golpean tres veces.

-¿Quien es? –pregunta desconcertado.
-Soy yo tonto, Analía. –dijo con su voz tan hermosa y sensual, tan suave y tierna, tan de mujer.
-Ya te abro. –dijo Franco con demasiado alegría en su voz.
Analía entra, lo mira, lo abraza y lo besa apasionadamente y luego le dice:
-Perdón por el retraso, pero no sabes el tráfico que había, hubo un choque múltiple en cadena, mirá si chocaba yo! Y el celular mirá –se lo muestra a él –se me quedó sin batería. ¿Podes creer? Es el colmo, cuando más los necesitas…siempre lo mismo con estos celulares, por eso yo estoy en contra de la tecnología. ¿Comemos?
Franco se queda unos segundos callado, como pensando algo hasta que finalmente dice:
-Si dale, tengo que calentar el pollito y ya estamos listos para comer.
-Bueno, necesito ir al baño. ¿Dónde es?
-Allá -señalando el baño frente a la mesa del living donde él estuvo sentado esperándola tanto tiempo y donde ahora estaban dispuestos a cenar en pareja.
-Gracias. A ver, mirame. –le dice Analía - ¿Vos estuviste llorando? –mientras le toca los ojos, como queriendo verificar si su pregunta fue adecuada o no.
-¿Quién yo? –dice Franco poniendo cara de sorprendido.
-Si pavote, vos. ¿Quién más sino?
-No, no lloré, estuve cortando cebollas, seguramente fue eso.
-Ah bueno, si tu lo dices. Ya vuelvo amor.

Esa última palabra de Analía fue todo lo que necesitaba Franco, fue lo más hermoso que le pasó desde que sus padres le regalaron una moto cuando cumplió 16 años y sacó el registro. Y mientras Analía se alejaba en dirección hacia el baño, él pensaba en lo linda que es y en cuanto la quería. Menos mal que vino, menos mal que esta conmigo se decía. Debo quererla más que nunca, debo cuidarla más que nunca y gritándole para que ella escuche le dijo:
-Te quiero Analía! Y mucho!
-Yo también te quiero y mucho más! –gritó ella desde el baño casi mas fuerte que él.

Que tonto fui en pensar que me dejaría. ¿A mi? ¿Justo a mí? Pero por favor! Mirá lo que soy!–pensaba mientras se miraba al espejo y se acariciaba la cara y se agarraba el mentón y torcía la boca para un lado y para el otro, como examinando cada ángulo y facción de su rostro.

Esa noche cenaron, miraron la película e hicieron el amor hermosamente y por primera vez en la larga vida que tuvieron juntos.

martes, 16 de marzo de 2010

GUERRA EN LA FAMILIA

-Yo hago lo que quiero! A mi nadie me va a decir que hacer con mi vida! Se lo merecía! –le gritó Martín a su mamá mientras cerraba la puerta detrás suyo con todas sus fuerzas y llevaba en mano una valija con algo de ropa. Con sus 20 años recién cumplidos no soportó más a su familia que día a día le recordaban lo miserable que era y que no tenía futuro y le reprochaban el hecho de no trabajar con su padre en la fábrica de la cual él es dueño y que en vez de hacer eso se le “ocurrió estudiar Abogacía ahora”, como decía su madre a las viejas chusmas del barrio y otros familiares que sólo aparecían para ocasiones especiales, como suele suceder. Mientras su hermana le gritaba desde la ventana de su pieza que no se vaya porque sólo no podía hacer nada, su padre lo puteaba desde la cocina, chorreando sangre por todo el cuerpo y ya sin fuerzas y su madre llorando, ya habiendo cruzado la puerta por la cual salió Martín, le gritaba que vuelva inmediatamente adentro, que todo era un capricho, él sin embargo caminaba con mas firmeza que nunca en su vida y hasta sonriendo, con esa sonrisa victoriosa que caracteriza al ser humano.

Su padre como dije antes, era dueño de una fábrica y siempre pensó desde aquel 23 de Junio de 1990 que su hijo, el machito de la familia, sería el sucesor de todo eso y que haría honor a su apellido. Nada de eso ocurrió, Martín jamás puso un pie en la fábrica, menos iba a hacerlo si lo obligaban o si ya tenían pensado el futuro suyo de antemano. Alfredo, como se llamaba su padre, martirizo a su hijo siempre con la idea de que trabaje en la fábrica mientras iba al colegio y que cuando terminara sería el dueño, por eso todos los días le decía lo mismo: -Que lindo cuando me cebes mates en la fábrica hijo. –y le brillaban los ojos, casi se le ponían llorosos. Martín nunca dijo ni si ni no, directamente no decía nada, lo cual enfurecía mas aún a Alfredo. Un día cuando tenía 15 años y recién llegaba del colegio su padre lo encaró y le dijo: -Hijo, hoy te venís a la fábrica conmigo a la tarde, me cebas unos mates y te muestro el lugar así ya te vas familiarizando con todo y todos.
A lo que Martín respondió: -Tengo sueño, me voy a dormir un rato, suerte en la fábrica. Luego de estas palabras el padre le gritó como siempre hacía y se sacole cinto y lo corrió por toda la casa pegándole “ese mocos tiene que aprender lo que es bueno” le comentaba a la noche a su esposa. Situaciones como esa y otras peores pasaron muchas veces. Martín estaba todo machucado, siempre con dolores en el cuerpo y huesos quebrados pero nunca hizo la denuncia a la policía y menos que menos hacerle frente a su padre, él sabía de lo que era capaz, “desde que volvió de Las Malvinas nunca fue el mismo, perdónalo Martincito, él no tiene la culpa”, siempre le decía su madre por las noches antes de dormirse, con una voz suave capaz de convencer hasta a el alma menos sensible que pueda existir. Blanca, como se llamaba ella, era una mujer alta, corpulenta, que en su juventud había sido muy hermosa como los demuestran las fotos que hay sobre la mesita de luz de su habitación, pero ya no era la misma mujer, en parte por el régimen autoritario de su esposo y también por su culpa, Alfredo la golpeaba, la golpeó muchas veces, “desde que volvió de Las Malvinas no es el mismo” siempre decía y se largaba a llorar cuando nadie la veía, si hasta las chusmas del barrio comentan que Martín fue fruto de una violación por parte de Alfredo, cuando a finales de los 80s ellos dos estaban separados, pero esto nunca fue dicho por nadie en la casa y hasta el día de hoy ni se habla al respecto. Blanca se dedicó a ser ama de casa cuando nació su primera de tres hijas mujeres, Rosita, teniendo que haber dejado sus estudios de Medicina de inmediato y habiendo optado por cuidar su nueva familia en vez de dedicarse al estudio. Alfredo siempre fue el sostén de la familia, a la cual nunca le faltó nada, por eso el odio hacia Martín era tan grande, “lo tiene todo, todo, no le falta nada, y mirá lo que hace…nada! Nunca me viene a ayudar a la fábrica. Para que quiere estudiar? Acá el pan se gana trabajando, rompiéndose el lomo todos los días, que estudio ni estudio! Es un inútil!” siempre decía sabiendo que Martín lo estaba escuchando aunque no estuviera a su lado. Parte del peso que sentía Martín sobre sus hombros era también porque esa el único hijo varón y porque sus hermanas las tres trabajaban en la fábrica y tenían sus noviecitos con plata, con los cuáles cuando se casaran dejarían de trabajar para ser mantenidas como una burguesas malcriadas. Él no tenía novia, no trabajaba, aunque de vez en cuando hacía unas changuitas en una farmacia de un amigo de la familia pero no le alcanzaba para nada y en el estudio no le iba muy bien pero se tenía fe.

Pero la gota que rebalsó el vaso fue la noche anterior a que Martín se vaya, cuando escuchó hablar a su padre con su madre, a la cual le decía que quería llevar a Martín a las Fuerzas Armada de prepo, sin previo aviso ni contemplación, “para que se enderece y sepa valorar las cosas” le dijo Alfredo a Blanca, la cual asintió con la cabeza, se puso un pañuelo en su cara y se limpió las lágrimas. Alfredo en seguida hizo un llamado telefónico y dijo: ”Tengo el okay, mañana a la noche vengan a buscarlo que yo se los preparo” y colgó y se quedó unos segundos mirando el teléfono y luego se fue a preparar un Cinzano.

Cuando Martín oyó eso, subió a su habitación corriendo pero descalzo, sin hacer ruido y cuando pasó por la habitación de sus padres agarró plata que había ahí arriba de la mesita de luz, unos 200 pesos y fue a su cuarto y cerró con llave, junto sus pertenencias mas queridas, algunos cds que no le podían faltar, uno de Queen, otro de Megadeth, otro de Dream Theater y algunos más, algunos libros de sus autores favoritos y guardó todo en una valija y la puso debajo de la cama.

Por fin llegó el día de irme, se dijo por dentro y le agarró un escalofrío por todo el cuerpo y se acostó. No pudo dormir nada esa noche, sólo pensaba en donde podía ir y llegó a la conclusión que lo mejor sería irse a Santa Fe, a otra Provincia, lejos de Buenos Aires y toda su mierda y sobre todo lejos de su familia.

Al otro día se levantó temprano, era sábado, y se dispuso a ir a la terminal, sacó boleto para Santa Fe y volvió a su casa. Almorzó cónsul familia muy calladamente, como si fuera el silencio, la quietud que esta diciendo que algo malo y grande está por pasar. Su madre no lo miró a los ojos en todo el tiempo transcurrido de la comida, su padre lo miraba desafiante pero sin decirle nada y sus hermanas hacía de cuenta que no estaban ahí.

-¿Pasa algo? –preguntó Martín a su padre y a su madre.
-No, no pasa nada hijo. –dijo ella.
-Si pasa, vos pasas, sos un inútil, eso pasa. –dijo el padre con voz gruesa.
-Ese es tu punto de vista, si me dejarías un poco tranquilo y yo podría hacer la vida que quiero y me trataras bien, quizás hoy yo estaría en la fábrica trabajando.
-Pero que vas a trabajar vos ahí, no durás ni un día nene! –dijo Alfredo sonriendo como quien no puede creer lo que acaba de escuchar.
-Al lado tuyo seguro que no.
-Cuidá tus palabras mocoso de mierda eh! Mas respeto con tu padre! –dijo parándose de la mesa.
-Estoy hablando bien y en serio, con vos no se puede hacer nada, todo esta mal siempre, nunca soy lo suficientemente bueno para vos. –dijo Martín y por primera vez le estaba haciendo frente a su padre.
-Vos no me hablas asi pendejo!
-¿Porque no? ¿Que vas a hacer sino? ¿Me vas a pegar, me vas putear o me vas a llevar de prepo a las Fuerzas Armadas?
-No se de que hablas pero calláte la boca ya mismo o te sopapeo.
-No quiero! Me cansé, te escuché hablando con mamá y cuando hiciste el llamado telefónico, pero no me van a llevar porque me voy, ya mismo! –dijo Martín gritando y levantándose de la mesa, al mismo tiempo que su padre también lo hacía y ambos subieron las escaleras corriendo y gritándose y pateándose.
-No te vas a ningún lado, te quedas acá! –decía Alfredo mientras su madre no paraba de gritarle a Martín que ellos sólo querían lo mejor para él.

Al llegar a su cuarto, Martín saca la valija de debajo de la cama y sale de su cuarto, pero ahí estaba su padre que no lo dejaría pasar y lo miraba con esa cara asquerosa que siempre tuvo desde su vuelta de Las Malvinas.

-Antes de irte tendrás que pasar por sobre mi cadáver. –dijo Alfredo confiadamente y se notaba que estaba hablando en serio.
-Déjame, no tiene sentido que me quede. ¿No te das cuenta que no estoy bien acá, que no soy feliz, que ustedes no son felices? Si me voy será algo bueno para todos, por favor, déjame ir, déjame salir por esa puerta y nunca más sabrán nada de mi, después de todo eso es lo que quieren y lo que siempre quisieron, que yo no exista, que yo haya existido. –dijo Martín mientras se le caía una lágrima.
-¿Sabes que? Tienes razón. Nunca te quise y nunca te querré, eres una desgracia para la familia, deberías aprender de tus hermanas, ellas si que saben ganarse el pan. ¿Y sabes que más tengo para decirte? Se suponía que vos nunca tendrías que haber nacido, así es, como escuchás, lo que dicen las vecinas del barrio es verdad! –luego de estas palabras a Martín lo invadió una rabia, una angustia, un dolor, un enojo, que todo junto fue un cóctel mortal, pero no para él, si no para su padre, porque Martín salió impulsado hacia el cuerpo de Alfredo y lo empujó por las escaleras, cuando Martín lo vió desde arriba tirado al padre al final de la escalera, tuvo una sensación de victoria que le alivió el alma, pero al ver que se movía bajó las escaleras con rapidez para escaparse y cuando estaba pasando por al lado del cuerpo de Alfredo, éste lo agarró de la pierna y le dijo: -Te mato pendejo de mierda! –y le pegó una piña en la cara que lo dio vuelta, al caer Martín vió que cerca de su mano derecha había una pinza de depilar que seguramente había dejado una de sus hermanas sin querer. Martín estiro la mano y agarró la pinza y cuando vió que su padre se acercaba dispuesto a terminar con su vida, porque lo veía en sus ojos, en su mirada, le clavó la pinza en el estómago, una y otra y otra y otra vez. –Te odio! Te odio! Te odio! –gritaba Martín mientras la pinza entraba y salía del cuerpo de Alfredo como si fuera una maceta a la cual hay que removerle la tierra para plantar alguna flor que luego saldrá hermosamente. Luego salió caminando, con la sangre en sus manos y sin mirar el cuerpo de su padre.

Alfredo no murió, pero quedó inválido y perdió un pulmón, sigue viviendo con Blanca y sus tres hijas y sigue siendo el mismo autoritario inclusive ahora desde la silla de ruedas aunque le cuesta un poco mas gritar y de vez en cuando tiene que usar oxigeno artificial, Martín nunca más volvió a su casa, nunca más habló con su familia y se fue a vivir a Santa Fe como tenía planeado.
“Desde que volvió de Las Malvinas nunca fue el mismo” seguía diciendo su madre.


FIN

martes, 9 de marzo de 2010

SIN REVANCHA

Pablo un joven de 24 años va caminando camino a la Facultad cuando se cruza con su mejor amigo Manuel.
-Manuel, como andas? Todo bien?-
-Todo bien amigo, excepto por un pequeño problema, no te dije nada pero estuve internado la semana pasada, nada grave pero no quería preocuparte, ni a vos ni a nadie.
-En serio? Que te pasó? Déjame adivinar, algo que tenga que ver con el alcohol o el cigarrillo, verdad?
-Algo así, tengo un pulmón bastante jodido, pero como te dije, nada grave.
-Pero che Manuel, era sabido, siempre lo mismo! Porque fumas tanto, tomás tanto alcohol y gastás tanta plata en el casino?
-Y porque no?
-Porque podes morir amigo. De cirrosis, del hígado, del pulmón o porque podés perder toda tu plata y quedar en la ruina.
-Pero amigo, eso me hace feliz, tomando, jugando, apostando, fumando soy feliz, de algo hay que morir.
-Si pero no tan joven, yo quiero vivir por lo menos hasta viejo.
-Aunque eso implique no poder divertirte?
-Esa es tu definición de diversión y es muy arriesgada, dejáme a mi así como soy que estoy bien.
-Te vas a arrepentir cuando seas viejo y no puedas hacer nada de esto.
-No lo creo. –dice Pablo convencido.

Una semana después lo llama la madre de Manuel, nuevamente estaba internado. Va corriendo al hospital pero Manuel muere luego de 10minutos de agonía. La causa de la muerte? Ustedes pensarán que fue por culpa de algunos de sus vicios, pero están equivocados. Venía manejando el auto de su papá, estacionó y cuando quiso bajar la puerta del conductor estaba trabada asíque tuvo que bajar por la del acompañante, al abrir la puerta no miró a la calle, acostumbrado a bajar por la otra puerta, y un camión lo pasó por arriba con puerta y todo.

Al enterarse las causas de la muerte de Manuel, Pablo se sintió muy mal por la charla que habían tenido una semana atrás. Paso por una bodega y compró botellas de whisky, fue a un kiosco amigo y compró cagas de cigarrillos, pasó por el banco y sacó dinero, llegó a su casa y se puso a cocinar. Cuando terminó de comer se puso a tomar whisky y fumar hasta las dos de la mañana, luego agarró su auto y se fue al primer Casino que encontró. –Que se vaya todo a la mierda. –murmuraba mientras perdía plata, no podía parar de toser y no se podía mantener de pie.


FIN

lunes, 8 de marzo de 2010

VENENO DE AMOR

Este es el desenlace y el final de la historia iniciada en el primer post, este:
http://melodias-sanadoras.blogspot.com/2010/02/start-of-something-beautiful.html




Al otro día caminando sin rumbo exacto, como suela pasarnos cuando no sabemos que hacer ni que pensar, se cruza con ella, con Sofía. Ella le pasa por al lado con su novio, lo mira, se miran, no se dicen nada, simplemente asientan con la cabeza como diciendo sí. Una cuadra mas adelante Miguelito se sienta en un banco que había en una placita que en realidad no parecía placita porque el paso del tiempo la estaba echando a perder como es costumbre en este país. Se sentó y comenzó a pensar hacia su interior el porqué de ese saludo tan seco, si supuestamente ella quería hablar con él, según le dijo Oscar. –Seguro eran cuentos de aquel otro- y llegó a la conclusión de que iría a la casa de Oscar a preguntarle ahora mismo y en caminó hacia allá, no sin antes tomarse un cafecito en la placita, era devoto de los café.

Con paso apurado (quizás por la gran cantidad de azúcar que corría por su cuerpo, porque si algo amaba Miguel, era ponerle mucha azúcar a su café) llegó a la casa de Oscar. Golpeó la puerta y nadie salió, siguió golpeando cada vez mas fuerte. –y este donde se metió?- dijo enojado. De pronto, cuando ya se estaba dando por vencido, se sienten pasos desde adentro y una voz que grita. –Quien es?-
-Soy yo amigo, Miguel!
-Amigo, que sorpresa verte. Que andas buscando a la hora de la siesta? –dijo mientras abría la puerta.
-Necesito hablar con vos ya mismo.
-Pasá, adelante.
Con un solo movimiento Miguelito entró y se sentó en una de las sillas que estaba alrededor de la mesa de la cocina.
-Unos mates?
-Desde ya que si.
Mientras ponía la cocina en el fuego Oscar le preguntó a Miguel:
-Que te anda pasando? Que necesitas?
-Hoy ví a Sofía, mejor dicho la crucé en la calle y no me saludó, iba de la mano de su novio pero igual esa no es excusa para no saludarme.
-Raro si. Y que tengo que ver yo? –dijo confundido.
-Vos me dijiste que ella te dijo que quería hablar con vos. Me estabas mintiendo o era cierto?
-Me extraña que dudes de mi amigo, por supuesto que era cierto, nunca me burlaría de vos con algo así.
-Bien, y que fue exactamente lo que te dijo?
Oscar buscó en su memoria esa tarde y le comunicó a Miguel lo que ella le había dicho.
-Me dijo “Necesito hablar con tu amigo lo mas rápido y antes posible, quiero decirle algo muy importante”.
-Ah pero esas palabras no fueron las que me dijiste vos.
-No pensé que era necesario decirte todo con lujo y detalles.
-Esta bien, pero entonces porque no me saludó.
-Las mujeres son así, tu ya lo sabes, cuando están con alguien de la mano se creen importantes, las dueñas del mundo, juro por lo que mas quieras que si te la cruzas sola te habla y te dice lo que tiene que decirte, es cantado que así será.
-Tienes razón, tienes toda la razón. Pero que hago entonces?
-Esperá, que ella venga a vos, no seas gil.
-Eso haré.
-Es lo mejor, no hay que demostrar tanta importancia en estas circunstancias. Hacete el que no sabes nada, el que no te molestó que no te haya saludado.
-Es fácil decirlo.
-Vos viniste a mí para que te ayude, jodete.
Riendo Miguel le da las gracias y se queda tomando unos cuantos mates y luego se va a su casa.

Pasan tres días y ni noticias de Sofía, comienza a darse por vencido y decide llamarla, pero cuando estaba a punto de hacerlo llega Laura a la casa.
-A quien pensabas llamar?
-A nadie, a un amigo.
-Hermano te conozco, te veo en la cara que ibas a llamar a esa.
-No le digas así, no se lo merece.
-Esa no te merece a vos! Cuando te vas a dar cuenta? Pasaron tres años, sigue con tu vida y que ella se pudra con quien sea que esté!
-Callate Laura, me tenes podrido.- y sale corriendo de la casa.

Al llegar al bar se cruza con Sofía:
-Miguel! Te estaba buscando!
-Que casualidad.- dice mirando hacia adentro del bar.
-Me buscabas también?
-No, no me hagas caso, vengo de discutir con Laura.
-Porque? No será por mi todavía que discuten no?.- y larga una risita que a mas de uno en el lugar de Miguel la hubieran abofetado y se hubiera ido.
-No te preocupes, ya hablaré con ella cuando llegue a casa.
-Discutieron por mí! No puedo creerlo, después de tres años?
-Sí, después de tres años, y cual es el problema?
-Que te pasa Miguel?
-Te amo, eso me pasa, siempre te amé, nunca te deje de amar, cuando te fuiste casi me muero de dolor.- dijo resignado.
-Nunca me dijiste que me quede, nunca me fuiste a buscar.
-Para que? Si dijiste que no me querías más.
-No fue tan así, nunca me pediste una explicación.
-La quiero ahora.
-Seguro? Por eso era que te andaba buscando. Entremos a tomar un café.
Entran y se sientan donde siempre se sentaban cuando eran novios.
-Cuantos recuerdos no? -dice ella.
-Sin dudas, inolvidables.
Los dos se miran y recorren con sus miradas todo el bar con un gesto de nostalgia.
-Te voy a explicar. Escuchame bien.
-Eso haré, pero antes un cafecito mozo por favor.
-Ya se lo traigo Miguelito, con mucha azúcar como siempre. –dice el mozo.
-La razón por la cual te dejé fue porque mis padres hicieron un acuerdo con un amigo de la familia en el cual yo debía casarme para cobrar una fortuna que tenían mis padres.
Miguel sin entender pregunta: -Eso es imposible. Porque nunca me lo dijiste?
-Porque nunca lo supe yo hasta el día que fallecieron mis padres, dos semanas antes de separarnos nosotros.
-Te das cuenta que esto no es muy creíble hoy en día no? Ya no se hacen ese tipo de cosas.
-En mi familia sí, por lo visto, y te traje los papeles firmados para que veas que es verdad.
Sofía le da los papeles a Miguel, los cuales él lee con asombro y sin pensar que era lo que tenía en sus manos, sólo leyó las palabras superiores que decían, Acuerdo de Casamiento.
-No se que decir.
-No digas nada, lee las cláusulas.
Miguel da vuelta la hoja y lee la segunda que decía cuales eran las cláusulas para que se rompa el contrato.
-Lée el punto cinco.
El punto cinco decía algo que cuando Miguel lo leyó se quedó helado por el tan sólo hecho de que a Sofía se le pase eso por la cabeza, la mujer que el amo y ama tan dulce, tierna y cariñosa, con la cual vivió y compartió tres años de su vida quería hacer algo tenebroso.
-Léelo en voz alta!
-No puedo.
-Hazlo y dime que es lo que piensas, yo te sigo amando, nunca te deje de amar Miguel y haría lo imposible por estar contigo. Me tomaron tres años en decidirme a hacer lo que quiero hacer, lo que dice ese punto.
Miguel repasa con su mirada nuevamente el punto cinco y lo pronuncia en voz alta: “En caso de muerte de alguno de los dos integrantes del matrimonio por causas naturales, el dinero quedará en manos del otro”. Tan simple como eso, pocas palabras que involucraban un significa horrible y asqueroso de tan sólo pensar en matar a alguien.
-Quieres que lo matemos? –al pronunciar esa última palabra Miguel tragó saliva como no queriendo decirla.
-Así es, y tengo todo planeado, si tu no me ayudas, lo hago sola. Te doy tiempo hasta mañana para pensarlo.
-No necesito tiempo para pensarlo, ya estoy decidido a hacerlo, sólo quiero estar con vos y no me importaba nada más, aunque esto involucre asesinar a alguien. –esa palabra no produjo nada en él. Que rápido cambian las personas por amor. –Cual es tu plan?
-Envenenarlo, no debe ser muy difícil. Aparte tengo un Doctor amigo que me debe unos cuantos favores (al escuchar esa palabra Miguel no se animó a preguntar que tipo de favores) que tiene un veneno que no deja rastros en la sangre, que simplemente el corazón le deja de latir sin ningún signo de nada más que de un simple ataque al corazón.
-Quien eres? –pregunto irónicamente Miguel.
-Sofía, tu Sofía.
Al escuchar esas palabras nada lo podía hacer mas feliz a Miguel, sólo quería abrazarla, besarla y hacerle el amor como tantas veces lo habían hecho, pero sabía que habría tiempo para eso si todo salía bien y todo parecía indicar que saldría bien, pero…
-Mañana pondré manos a la obra y lo envenenaré a la noche, antes de acostarse siempre toma un vaso de leche, se lo prepararé yo con el ingrediente secreto. –Sofía decía esas palabras como si fuera una asesina a la cual ya no le importa asesinar, sino que lo hace por diversión.
-Ten cuidado, llámame cuando pase todo.
Luego se quedaron hablando del pasado y de las cosas que habían vivido en ese bar como si nada hubiera pasado.
Esa noche Miguel no pudo pegar un ojo y hasta faltó a la Universidad.

Al día siguiente Sofía hizo todo lo que había dicho que haría pero cuando le fue a dar el vaso de leche a su esposo este le dijo lo siguiente:
-Antes de beberla quiero que vos tomes primera.
Al escuchar eso Sofía se puso pálida y casi se desmaya. –Pero no quiero amor, no me gusta y lo sabes. –dijo recuperando el aire y el color de piel perdido.
-Sé que te gusta, te eh visto a escondidas tomando.
-Pero no tengo ganas de tomar.
-Te lo tomás o te lo meto yo a la fuerza! –dijo gritando Fernando que era el nombre de su esposo.
-Pero querido que te pasa? Porque me gritas de esa manera?
-Quieres saber porque? Tengo un buen amigo que trabaja en el bar ese que tu siempre frecuentabas con Miguelito, y es mozo del lugar y me dijo que escuchó una historia muy peculiar ayer a la tarde, entre Miguel y vos, yo al principio no le creí pero al ver que me traías mi vaso de leche me di cuenta que era cierto, de todas maneras sigo sin creerle asique por favor si sos tan amable, podes beber el vaso de leche?
-No! –grita Sofía y le revolea el vaso por la cabeza, fallando y golpeando la pared de su habitación. Luego sale corriendo hacia la puerta cuando es agarrada por la cintura por Fernando.
-Ibas a asesinarme para quedarte con la plata!
-No, lo iba a hacer porque amo a Miguel, a ti nunca te amé, nunca!
Al escuchar estas palabras Fernando cedió un poco en fuerzas, sus manos perdieron la cintura de Sofía por un instante, pero luego recuperó energía y la volvió a agarrar.
-Ahora la que vas a morir sos vos, como has escuchado, morirás!
-Déjame, déjame! –gritaba Sofía sin parar y cada vez mas fuerte.
Un instante después Fernando lleva a Sofía hacia la mesada de la cocina y comienza a buscar el frasco del veneno pero no lo encuentra.
-Nunca lo encontrarás! -le dice Sofía.
-Eso piensas tú. –y se dirige hacia el living y va a un cuadro que está colgado en la pared.
-Sé que está aquí, te ví que viniste hacia acá antes de servirme el vaso de leche.
Fernando descuelga el cuadro y efectivamente detrás del cuadro, en un huequito entre la pintura y el marco encuentra un frasquito chiquito, de color blanco.
-Acá está! Te dije que lo encontraría! Ahora todo el dinero será mío amor de mi vida.
Sofía trata de soltarse y grita desaforadamente pero sus gritos son callados con unas cuantas bofetadas de parte de Fernando, luego la sienta en una silla y le da el veneno a la fuerza. Sofía llorando mira a Fernando y le dice: -Te odio.
En ese momento se escucha que la puerta se abre de un golpe a causa de un martillo, es Miguel. En ese momento Fernando mira hacia la puerta y cuando mira Sofía escupe el veneno que no había tragado y le pega una patada en sus partes íntimas. Miguel entra corriendo y le pega con el martillo en la cabeza, un golpe seco que lo mata en el instante.
-Mi amor! Me salvaste! Pero y ahora que haremos?
-Escapémonos, vayamos a buscar la plata al banco y escapemos.
-Ya mismo, vamos.
Antes de irse ponen el cuerpo de Fernando en el garage y salen en el auto de ella.
Al llegar al banco sacan toda la plata que era mucha, cerca de 10 millones de pesos, lo único que tuvieron que hacer fue que Miguelito se haga pasar por Fernando y que haga la firma mas o menos parecida, porque no tienen fotos en el banco y porque nunca te atiende la misma persona, entonces no lo reconocieron.
Llegan al auto, se abrazan y se besan y se dicen te amo. Sacan pasajes lo mas rápido posible hacia Francia y viven allí felices y recorriendo Europa durante el resto de sus vidas, nunca más volvieron a su país en el cual fueron fugitivos, también durante el resto de sus vidas.


FIN

jueves, 4 de marzo de 2010

CREER O REVENTAR

Una tarde común, como tantas otras, Raúl venía caminando por la vereda, admirando las estructuras arquitectónicas de su ciudad natal. Al encontrarse con la iglesia principal, hace lo que siempre hace, cruza la vereda y sigue caminado por enfrente haciendo muecas y gestos hacia el Templo de Dios. Ni me gasto en aclarar que Raúl no esta muy de acuerdo con La Iglesia y con Dios.

Al día siguiente ocurre lo mismo pero esta vez cuando esta cruzando la calle para cambiar de vereda, sale de la Iglesia un señor con Sotana, conocido como el Padre Horacio. Padre de no se quien. –siempre dice Raúl a sus amigos en forma de chiste y no tan en chiste.

-Hijo. –le dice el Padre a Raúl levantándole la mano e invitándolo a que entre a la Iglesia.
-Yo no soy su hijo. –dice Raúl sonriendo.
-No importa, entra conmigo, necesito hablar con usted. –dice amablemente y le señala la puerta de la Iglesia.
-No me gusta entrar ahí. Que desea señor?
-Hablarle sobre algo importante. –dice de buena forma pero a la vez frunciendo el entrecejo.
-Esta bien, pero no tengo mucho tiempo, mi novia me está esperando.
-No tardaremos mucho. Seré breve.
-Eso espero.

Al entrar Raúl hace la señal de la cruz sin ganas y creo que la hizo al revés, al ver que el Padre se dio cuenta de su error, retrocede y vuelve a hacerla, esta vez de la manera correcta.

-Mucho tiempo sin hacer la señal no?
-Así es. Iré al infierno por eso?-dice en forma irónica.
-Esa respuesta la tienes que saber tu mismo.
Raúl ríe por lo bajo y le pregunta de que quiere hablar.
-Cuanto hace que no venías aquí?
-Muchos años, desde que falleció mi madre, cuando yo tenía 10 años, ahora tengo 23, haga usted la cuenta.
-Porque no has venido más?
-Porque debería hacerlo? Que ha hecho de interesante Dios por mí últimamente?
-Que has hecho tú por él últimamente? –dice el Padre desafiante.
-Nada, porque no le debo nada a ese.
-Tienes que tener respeto aunque sea, habla bien.
-No puedo tener respeto por alguien que no conozco y menos si hizo morir a mi madre tan joven.
-Todo mal pasa por algo Hijo Mío.
-Que no soy su hijo le he dicho! Mi padre esta trabajando, trabajando de verdad, no como otros. –otra vez de manera irónica. –Y esa frase estoy cansado de escucharla, basta con esa frase, nada bueno me ha pasado, mi madre no esta aquí conmigo o usted la ve?
-Que me dices si te digo que si la veo?
-Me voy corriendo porque sería una gran mentira.
-No me crees entonces?
-Por supuesto que no! –dice Raúl ya visiblemente enojado.
-Bueno, no la veo, pero si hablo con ella, mejor dicho con su alma con su espíritu.
-No le creo.
-Tú porque no crees en nada Hijo.
-Creo en mi mismo y basta de decirme hijo. También creo en mi padre, él me crió “a su imagen y semejanza”. –dice nuevamente irónico.
-No sabes lo que dices.
-Si sé. Me dice todo esto para que me pase a su bando, pero no lo haré.
-Esto no es una guerra, no hay bandos, tampoco hay buenos ni hay malos.
-Ustedes muchas veces no lo ven así. Siempre los demás, los que están en contra son los malos y no me diga que no.
-No te voy a decir nada. No puedo decirte como pensar, pero guiarte por el buen camino.
Raúl larga una carcajada. –El buen camino lo hago yo, nadie me tiene que guiar, a menos que me traigas a mi madre de vuelta conmigo.
-No puedo traerla pero puedo llevarte con ella.
-Como dice? –dice Raúl perplejo.
- Lo que has escuchado o acaso estas sordo? –al decir estas palabras la cara del Padre cambió por completo, de ser un rostro tranquilo y sin muchas facciones notables, pasa a ser un ser horrendo, con grandes cejas en forma de V, grandes dientes, colmillos, cuernos, patas (si, patas de caballo o algo así), enormes garras capaz de matar a cualquier mortal de un solo golpe y dice con voz roncosa y fuerte, muy fuerte y mientras el interior de la Iglesia se ponía oscuro y con una densa neblina dice: -Te llevaré con tu madre, ahí mereces estar! –acompañado de una risa macabra.
-Estoy soñando? Que esta pasando acá?
Raúl cierra los ojos y los vuelve a abrir tres veces seguidas, pero no era un sueño, era real. –Que quieres de mí?
-A ti! Quiero que creas!
En Dios o en El Diablo? –dice Raúl irónico, si otra vez.
-En Dios!
-Pero, no crees que es irónico eso?-dice asustado al escuchar el eco de sus propias palabras y la pregunta que había hecho a tan feroz bestia.
-Aún no te has dado cuenta, no es cierto? Al creer en Dios también crees en mi, o sea, El Diablo!
-Pensándolo bien, tienes razón.
-Siempre tengo razón!
-Pero yo no creo en nada ni nadie, sólo en mí como ya he dicho, y en mi padre. Nosotros solos construimos nuestro futuro.
-Sabes muy bien que no es así.
-Es así porque yo lo digo.
-Me estas desafiando? Nos estas desafiando?
-Yo no hago nada, ustedes lo están haciendo.
-Prefieres morir antes que creer en Dios?
-Así es, no le tengo miedo a la muerte, después de todo, según Dios por algo la gente muere y de algo tengo que morir.
-Claro, y llego tu turno de dejar este mundo. –dice largando una risa tenebrosa, la mas tenebrosa jamás escuchada.
-Haz lo que tengas que hacer. –dice llorando y temblando Raúl.
-Eso mismo haré. –al pronunciar estas palabras se abre una puerta en el piso con fuego en su interior, llamas, llamas y fuego que no tenían ni principio ni final.
-Nos vemos en el infierno Hijo Mío. –dice El Diablo pero con la suave voz del Padre Horacio.
-Siempre quise escuchar esa frase saliendo de la boca de usted. –dice Raúl sin perder su ironía y sonriendo.
El Diablo empuja a Raúl y este cae al vacío en medio de gritos desgarradores y veinte segundos después, todo vuelve a la normalidad, la Iglesia esta tranquila nuevamente y no hay rastros del Diablo. El Padre se limpia un poco la Sotana y sale afuera a abrir la puerta para que entre la gente a recibir el sermón de todos los días.
-Buenas tardes Padre. Algo nuevo? –dice una señora mayor.
-Nada nuevo señora, lo mismo de siempre, pero no le voy a contar porque usted nunca tendrá que pasar por ello.
-Dios esta conmigo, nada podría pasarme, no es así Padre?
-Así es señora, así es. Pase, pase y tome asiento.


FIN


N. del A.: Ustedes se preguntarán algo. Quien escribió esto? Sólo voy a decirles algo, nadie presencio lo ocurrido, El Padre no recuerda nada, nunca recuerda nada y repito nadie estaba espiando o escuchando esa tarde. Saquen sus propias conclusiones.

lunes, 1 de marzo de 2010

MÁS QUE AMIGOS

-Te vas? –Juan le dijo a su mejor amiga mientras sentía un nudo en el corazón y en la garganta.
-Si. –Dijo Julia –me voy a Canadá con Mike.
-Pero porque no me dijiste nada antes? –indaga Juan resignado.
-Sabía como te pondrías, hace dos semanas lo venimos pensando y planeando tranquilamente con Mike.
-De todas maneras me lo tendrías que haber comentado. –dice mirando hacia el suelo.
-No te pongas así, vendré a visitarte a vos y a mi familia seguido.
-Te estaré esperando, como siempre lo hago.
-Sé que así será –dijo Julia y lo abrazo.

Juan y Julia siempre fueron amigos inseparables, desde niños, fueron juntos a jardín, a primaria, secundaria y hasta en la Universidad de Artes compartían algunas clases.
-Seremos inseparables. –Julia le dijo una vez en su cumpleaños número 11 y como todo adolescente él se lo tomo al pie de la letra. Pasaban todos los días juntos, vivían a una cuadra de distancia, lo que facilitaba las cosas, en el Barrio de Flores. Largas tardes de té con galletitas dulces mirando televisión pasaron juntos o de noches jugando a las escondidas con los demás chicos del barrio. Todos los demás chicos siempre les hacían bromas porque los mejores amigos tienen que ser del mismo sexo generalmente, pero ellos dos compartían todo, él hacia cosas de niñas y ella cosas de niños, siempre sin separarse el uno del otro, juntos.
Cuando tuvo su primer novio a la temprana edad de 15 años, sólo su madre pudo consolarlo cuando Juan se enteró, diciéndole que era pasajero, que no se preocupara, que pronto se pelearían, porque en el fondo amaba a Julia en secreto y sólo su madre estaba enterada de ello.

Julia sabía todo sobre él y él sabía todo sobre Julia menos el amor mutuo que se tenían y no sabían como decírselo eludo al otro y tampoco cual sería la reacción del otro, lo mejor sería dejar pasar el tiempo.
Ese día nunca llegó, ahora a los 23 años y cuando Juan estaba dispuesto a decirle todo a Julia, ella conoce a Mike en un viaje a Canadá y se mudan mañana.

A Juan se le mezclan los sentimientos pero decide no decirle nada y dejarla ir. La vida continúa –se dice a él mismo.

Pasan tres años, Juan esta de novio con una linda chica que conoció en el colegio donde trabaja (es Profesor de Arte en un colegio) y están saliendo desde hace un años y ya están pensando en irse a vivir juntos a la casa de unos tíos de ella que se la alquilan a un precio muy accesible, cuando de repente recibe un llamado telefónico:
-Señor Juan Olivera?
-El mismo habla.
-Le hablamos del hospital Guemes, de parte de Julia Briganti, tiene que venir urgentemente.
Juan se queda callado unos instantes pensando y no pudiendo creerla noticia, supuestamente Julia estaba en Canadá.
-Señor sigue ahí?
-Si. –dice Juan con voz ronca. En seguida salgo para allá.
Le dice a su madre que Julia esta internada en el Guemes y que debe ir a verla urgentemente. Toma el auto y se va.

El camino se le hace interminable, nunca tardó tanto en llegar a destino, o será que cuanto uno mas desea algo el tiempo pasa mas lento? Una hora después y tras pasarle muchas cosas por su cabeza, toda su vida con Julia le pasó por la cabeza, imágenes tras imágenes, las tenía a todas grabadas en su mente. Llorando llega al hospital y ya decidido a decirle todo lo que siente desde el primer día que la conoce, cuanto la extraña desde que se fue, a pesar de las constantes cartas que se enviaban semana tras semana.

Entra al hospital ya repugnado por el olor, todos sabemos que el olor a hospital no es muy agradable que digamos y siempre hay malos recuerdos unidos a ese olor, y pregunta por Julia.-Tercera puerta a la derecha. –le dice una amable Enfermera. Va corriendo, entra y ahí la ve, acostada en una cama, con suero, cables, enchufes, respirador artificial, todo digno de un final triste de película Hollywoodense. Juan se sienta al lado y se queda callado, no puede creer lo que ve pero tampoco puede creer que ella este acá y sin nadie a su lado, como siempre él estaba allí, con ella.

-Julia, me escuchas? –dice lagrimeando.
-Lo escucha señor. –le dice desde la puerta el Doctor Ravelino. –no sabemos que tiene, pero si sabemos que lo escucha, créame, dígale todo lo que quiera y necesite decirle, le hará bien.
-Muchas gracias Doctor, eso haré. –dice amablemente Juan.

Juan le dice todo lo que tenía guardado desde hace 3 años y desde que la conoce y al terminar de decir la frase: -Te amo, siempre te amé, no te vayas, no me dejes, quédate conmigo, nunca te dejaré ir. –dice y agacha la cabeza apretando sus manos contra las de ella. A lo que ella responde con un apretón de manos, él levanta la vista y ella se saca el respirador artificial y pronuncia las siguientes palabras: -De verdad dices todo eso?
-Pero Julia, como puede ser posible? Que pasó? Es un milagro!
-No lo es Juan, estoy bien, nunca tuve nada, fue todo un truco si así quieres llamarlo, necesitaba que me dijeras todo esto, yo siento lo mismo y no sabes lo mal que me sentí estando en Canadá sin vos a mi lado.
-Me mentiste? Jugaste con mis sentimientos! –dice gritando.
-Cálmate, es que no sabia como decirte lo que sentía y sentí que esto era algo digno de probar. Puedes olvidarte lo que hice y enfocarte en lo que sentimos? No te das cuenta que era la única manera de que me dijeras todo? Estando al borde del precipicio, estando acorralado te diste cuenta que Nome querías perder y que querías estar conmigo, era nuestra oportunidad. Ya tendremos tiempo para discutir lo mi procedimiento. Juan se para, la toma en sus brazos como recién casados y sale caminando por el pasillo del Hospital. –Tienes razón, lo único que quiero es estar con vos Julia, tendremos todas nuestras vidas para discutir sobre ello, lamento no haberte dicho antes lo que sentía pero no me parecía adecuado.
-No hables más. –dice Julia y se baja de sus brazos. –y bésame, bésame mucho.
Él la besa, la abraza y le dice al oído, susurrando:-Julia, que sea la última vez que jugás con mis sentimientos.
-Lo prometo amor, lo prometo.
Y se fueron en el auto hacia la casa de la madre de Juan a darle la buena noticia. Pasó un año de ese episodio y ellos dos viven felices en su propia casa y están en la dulce espera de un niño.


FIN

viernes, 26 de febrero de 2010

AMOR IRREAL PARTE II

Aca continúa y termina lo que empecé en la entrada anterior, espero sea de su agrado y gracias por los comentarios tan favorables. Muchas gracias de verdad.



Al regresar a su casa esa misma noche se le ocurre una idea. Sabiendo que se acercan las vacaciones decide invitarla a irse juntos a algún lado, como hace todo típica pareja joven enamorada.
Al otro día va al restaurante y le dice que tiene algo para decirle.
-Luz te tengo una propuesta.
-¿De que se trata mi querido? –dice mientras se acomoda la manga de un vestidito que Lusito le había comprado con sus ahorros.
-Vayámonos de vacaciones, una semana a Mar del Plata, juntos, solos vos y yo. Que te parece la idea?
Luz se queda pensando y agachando la cabeza finalmente dice:
-No puedo, tengo que cuidar a mi madre que se encuentra muy enferma y no tiene quien la cuide. Perdóname.
-Esta bien, te entiendo. Pero si no venís conmigo no voy yo tampoco, no lo disfrutaría sin vos.
-Es muy considerado de tu parte.
-Pero quiero conocer a tu madre. –dice sin titubear y agresivamente.
Nuevamente Luz se queda callada unos segundos.
-Está enferma te dije. Cuando se recupere la vas a conocer, te lo prometo.
-No me agrada la idea pero la acepto. –dice Luis visiblemente decepcionado y desilusionado.
-Siempre tan comprensible y racional vos, gracias por estar a mi lado. –dice y lo abraza y le da un beso en la frente como una madre le daría a su hijo antes de irse a dormir.
Se va del restaurante y afuera se cruza con Oscar al cual le dice que todo sigue igual y le comenta los últimos sucesos. A lo que Oscar queda sorprendido. Luisito le comenta su nueva idea. –Voy a espiarla. Voy a seguirla y ver adonde vive, adonde va cuidar a su madre, voy a seguir sus pasos.
-No puedo creer que dudes de ella. –dice Oscar apenado.
-No es duda, es amor.
Se saludan y Oscar le desea mucha suerte en su nueva “locura”.

Al otro día Luisito va a cenar al restaurante con Luz como de costumbre, luego del postre se despiden con besos apasionados. Antes de irse pide permiso para ir al baño y dice que el cierra la puerta de atrás después de irse (vale aclarar que Luisito se quedaba hasta tarde con Luz cuando ya no había mas gente y el restaurante estaba cerrado, ambos tenían la llave de atrás con la cual cerraba cada noche cuando se retiraba). Va al baño y espera a que Luz se vaya, pero ésta nunca se retira, por el contrario, pasa por un pasillo hacia el fondo, acto seguido Luisito la sigue (mejor dicho persigue) y no puede creer lo que sus ojos ven, Luz duerme en un cuartito de limpieza convertido en habitación por ella, con sus delicadas manos y buen gusto. Luz se acuesta y Luisito se retira sin hacer ningún ruido. Se va a su casa pensativo y sin saber que significa lo que vió.

Pasan tres noches más en la cual los sucesos son los contados previamente, Luz duerme en el fondo del restaurante, ya Luisito no tiene mas dudas: -Es un fantasma, un holograma, un robot? No tengo ni la menor idea de que esta pasando. – se dice en voz alta.

Al otro día le pregunta si fue a cuidar a su madre a lo que ella responde que si, sin dudarlo.
-Me estas mintiendo, lo veo en tus ojos! Te vi! No saliste del restaurante! –dice enojado.
-¿Me espiaste? ¿Cómo puedes hacerme eso? ¿Dudas de mí? Tendrías que haber hablado conmigo antes.
-Ya es tarde para eso. Dime la verdad. ¿Qué esta sucediendo aquí? –dice desafiante, con una cara que nunca Luz le había visto.
-No me vas a creer lo que estoy por contarte porque es algo único. No puedo salir del restaurante, morí hace 20 años pero el Doctor Alberto, si el dueño del restaurante antes fue un conocido Doctor al cual echaron por tener ideas raras de que con una simple pócima se puede revivir a un muerto, si este ah muerto por causas naturales. Pero esto no es todo, lo más raro aún es que salgo afuera….muero. –dice llorando.
-¿Y esperas que me crea todo eso? Me engañas con alguien seguramente y no tienes las agallas para decírmelo y te inventas este cuentito.
-Nunca te engañaría amor, salgamos afuera.
Al salir afuera Luz luego de 20 segundos comienza a tener problemas de respiración, comienza a toser mucho y fuerte, se empieza a asfixiar y no puede respirar definitivamente. Acto seguido Luisito la abraza, cuando ya estaba en el suelo arrodillada y la abraza y la hace entrar con él.
Queda atónito por lo que acaba de presenciar.

-Mi amor, te amo, te amo como nunca en mis dos vidas amé a nadie, si realmente me amas seguirás conmigo. Quien te dice que algún día el Doctor encuentre la cura que ya esta buscando y yo pueda salir al aire libre?
-Te amo, con todo mi corazón, pero no puedo vivir así, acá adentro con vos. Perdóname. De verdad. –ambos lloran, se besan por última vez y se despiden.
-Estas cometiendo un grave error Luis. –dice desde la cocina el Doctor Alberto.
-No me importa lo que tú pienses farsante. –dice Luis y cierra la puerta con un fuerte golpe.

Una semana después de los hechos previamente contados, Luisito se despide de su mejor amigo, y ya recibido de Abogado se muda a otra ciudad, a 100 kilómetros de allí. Piensa mucho en ella, día a día, se dice sino cometió un error y muchas piensa en ir a buscarla y decirle que lo perdone y que nunca la abandonará, pero siempre desiste de la idea y sigue con su vida, aunque en el fondo sabe que se equivoco y que aún la ama.

Un año después caminando por la calle en Las Heras, había ido a visitar a Oscar, ve a Luz caminando, se limpia los ojos como si estuviera soñando, la sigue viendo, va corriendo hacia ella y le habla.
Ella le explica lo ocurrido, el Doctor encontró la cura total, se casaron, viven juntos en una casita hermosa frente al restaurante, pero sobre todas las cosas, son felices, y eso se sabe no es fácil de lograr, aunque también le dice que de vez en cuando piensa en él y como estará.
Luz le dice a Luisito algo que lo marca para toda la vida:
-Si me amabas de verdad, si lo nuestro estaba destinado a ser hermoso y estar juntos, nunca te hubieras ido. En cambio si hubieras escuchado al Doctor que quería hablarte y a mi corazón y sobre todo al tuyo, hoy estaríamos juntos tú y yo. La paciencia al verdadero amor es una virtud.
-Tienes razón Luz, te eh perdido y se que nunca te volveré a tener, si eres feliz con él, no voy a interferir.
-Siempre tan comprensible y racional vos. Gracias y que seas feliz. –y lo besa en la frente como aquella noche en el restaurante.
-Te amo Luz.
Luz lo mira lagrimeando y se va caminando. A lo cual Luisito piensa: -Que hermosa es cuando camina bajo la luz del sol. –nunca la había visto así.

Esa fue la última vez que se vieron, hoy, 20 años después, ella vive feliz con Alberto y sus tres hermosos hijos, él no lo es , tuvo algunas mujeres, ninguna lo hizo tan feliz como ella, al decir verdad, ninguna lo hizo feliz, cada día que pasó desde esa tarde que vió por última vez a Luz caminando tan hermosamente, no deja de pensar en ella.
-Ojala nunca me hubiese ido y me hubiese quedado. –dice mirando una foto de ella con él y lagrimeando. –Ojala me hubiese quedado.


FIN

miércoles, 24 de febrero de 2010

AMOR IRREAL PARTE I

Luisito vive sólo en una casa que heredó de sus padres cuando fallecieron en un accidente automovilístico tres años atrás en la ciudad de Las Heras, su única hermana dos años mayor que él vive con su esposo en Avellaneda, no la ve muchos porque odia viajar hacia la gran ciudad, el sonido de los autos le hace mal a sus frágiles oídos.

En sus plenos 27 años trabaja en una oficina a 5 cuadras de su casa como cadete administrativo mientras termina sus estudios de Abogacía y está enamorado de una chica que es moza en un restaurante de la ciudad pero con la cual nunca dirigió palabra alguna. Sólo la ve cuando va a comer allí, solamente cruzaron las típicas palabras que pueden cruzar mozo y comensal: ¿Qué desea el señor? ¿Le traigo algo para tomar? ¿Me trae la cuenta por favor? Aquí tiene su pedido y ese tipo de cosas que no demuestran ningún tipo de preferencia hacia uno, al contrario, es tratado como uno más. Y todos sabemos que por nuestra enamorada nos gusta ser tratados de forma diferente, especial, aunque ésta no sepa de nuestro amor, por algo se empieza.
Lo raro de todo eso es que nunca la vió en ningún otro lado y eso le llama la atención, porque Las Heras no es una ciudad muy grande que digamos.
Un día estando en el restaurante habla por primera vez con ella de algo que no sea la comida o lo que va a comer o cuanto es la cuenta.
Lo primero que se le atina a preguntar es su nombre, descubriendo que se llama Luz, hermoso nombre por cierto, hablando se entera también que tiene novio pero no le dice donde vive ella.
Comienza a relacionarse con ella y hablar mas seguido cada vez que va a comer al restaurante y le cuenta que se peleó con su novio.

Tres meses después la invita a salir a lo que ella le dice que si con mucho cariño y le dice que la espere que cuando termina su turno en el restaurante comerán allí.
Se hacen más sucesivos los encuentros en el restaurante y las comidas, pero nunca salen de allí. Como era de esperar comienza a dudar porque no salen a otro lado, a caminar, andar en bici, a la plaza a tomar mates, a algún bar, a comer a otro lado, adonde sea que van las parejas comunes. A lo que ella responde:
-No me gusta salir a otro lado, no me gusta la ciudad- sin mirarle a los ojos, y todos sabemos que una mentira es más fácil decirla mirando a cualquier lado que no sean los ojos.
Su respuesta no lo convence y comienza a dudar más, pero quiere dejar el tiempo pasar y no meter la pata porque cuando se comienza una relación lo mejor es no crear dudas ni armar peleas tontas.

Unos días mas tarde invita a su mejor amigo Oscar a tomar un cafecito con medialunas con la excusa de que tiene algo interesante que contarle.
Se juntan en un bar céntrico y comienzan a hablar como lo hacen cada vez que se juntan. En un momento en medio de la charla Luisito hace un comentario poco creíble:
-Oscar estoy saliendo con una chica, una bella señorita que trabaja en el restaurante de Don Alberto como moza.
-Te felicito che! Pero no veo nada raro en eso.
-Lo hay, créeme que lo hay. –dice convencido y con una ara tenebrosa.
-No me tengas con la intriga y contá. –dice ansioso Oscar.
-Tranquilo –dice con una pequeña carcajada.
-Dale, no esperes más, sabes que soy impaciente.
-Bueno te cuento –y hace una pausa tratando de encontrar las palabras adecuadas. –Nunca nos vimos en otro lugar que no sea ese restaurante donde ella trabaja. Siempre mete excusas, en general me dice que no le gusta salir y menos de noche. No te parece raro?
-Más que raro me parece imposible. ¿A que mujer joven no le gusta salir?A ninguna! Y si existe alguna no me la presentes por favor. –dice Oscar irónico y riéndose.
-No te rías que es serio esto.
-Perdón amigo. Pero con esto que me estas queriendo decir?
-Que tengo el presentimiento, y sé que sonará inverosímil, descabellado y poco creíble, de que ella sólo existe allí, en el restaurante, o de lo contrario en mi cabeza y me estoy volviendo loco en ese caso.
Oscar larga una risa larga seguida por una carcajada que hace que las personas que están en el bar sentadas en sus mesas, miren hacia la mesa de ellos con asombro y cara de sorprendidos.
-Disimulá, no seas perejil. –dice suavemente Luisito, casi susurrando y con mucha vergüenza.
-Es que es algo imposible mi querido amigo.
-Nada es imposible. –dice mientras se levanta de la silla –y yo voy a averiguarlo. Nos vemos pronto amigo!
-Aquí estaré esperando noticias tuyas compadre. Nos mantenemos en contacto.
Y Lusito le da la mano a su amigo y lo mira con una cara que hubiera enternecido hasta a el hombre menos sentimental y mas frío que exista.


CONTINUARÁ EN LA PRÓXIMA ENTRADA...

miércoles, 17 de febrero de 2010

SOÑAR CON LA REALIDAD




Una mañana de Enero soleada, con mucho calor como es costumbre en Capital Federal en medio del verano (no recuerdo el día, 22 o tal vez 23, las fechas no son necesarias si no los acontecimientos) despierto, exaltado en mi cama luego de un sueño atroz.
Soñé que mi novia Laura era brutalmente asesinada.
Enseguida llamo a su casa y le digo cuanto la quiero y que me alegro de tenerla a mi lado todos los días. Ella me agradece, pero creo que no me prestó la atención suficiente, cosa entendible ya que era de madrugada, y me dice que también me quiere y que nunca la perderé.
Me vuelvo a dormir, esta vez sin sueños que yo recuerde.
Pasaron 3 días y entre Universidad, estoy estudiando la carrera de Arquitectura, y Laura todo estaba bien, era feliz, demasiado podría decir algún supersticioso.
Al cuarto día vuelvo a tener el mismo sueño, más que sueño pesadilla, me digo a mi mismo, y nuevamente llamo a Laura y le agradezco su amor y que soy dichoso de tenerla.
Lo mismo se repite 3 veces más en el transcurso de una semana, al quinto llamado Laura piensa lo peor:
-Me engaña -piensa alarmada y preocupada pero convencida, así son las mujeres, cuando se les mete algo en la cabeza nada las hace cambiar de opinión.
Al mes siguiente voy caminando por Corrientes y cruzo miradas en un negocio de ropas con una señorita de buena estatura (alta), muy bien vestida, agraciada, que se me acerca y me dice como quien está acostumbrada a este tipo de situaciones:
-¿Que está mirando? –muy confiada.
-Ropa, como ve –contesto sin miedo.
-A eso no me refiero y usted lo sabe bien. Vi que estaba mirando hacia mi dirección y sonrió.
-Puede ser –respondo.
-Ariana, mucho gusto –me dice con una sonrisa que podría comprar hasta a el peor postor.
-Pablo, el gusto es todo mío –

Estuvimos hablando durante quince minutos allí mismo, por decir una cantidad aproximada. Teníamos mucho en común, pero eso realmente no importaba, lo que si importaba era que en esos quince minutos aproximados (que se convirtieron en dos horas caminando por Corrientes) me olvidé de Laura, y me da pudor decirlo, pero era la primera vez que me pasaba algo semejante, siempre pensé que era la única en mi vida, que no existía nadie más capas de hacerme sentir de la forma que me sentía cuando estaba con ella, que nadie ni nada en el mundo importaba, que sólo estábamos ella y yo, sin nadie alrededor, nadie más hasta este momento, hasta el momento que conocí a Ariana.

Luego de tomar un café en un bar cualquiera que ni siquiera recuerdo cual es, me invitó a su casa, ella vive sola me dice, sus padres le paga el alquiler de un departamentito en Paraná al 1500 mientras ella estudia medicina.
-Desde luego que acepto tan grata invitación -digo torpemente y ella reconoció en mi la torpeza de mis palabras porque respondió lo siguiente:
-Si no quieres ir, lo dejamos para otro día.
-No, no, ahora insisto yo. Vayamos.
En ese momento no me puse a pensar a que íbamos, aunque en el fondo sabía lo que me esperaba.

Entramos, su departamento era grande, para que se den una idea 3 personas pueden vivir allí cómodamente. Un gatito merodeaba felizmente, cuadros colgaban en las paredes, libros de Medicina desparramados en la mesa junto con muchos apuntes, ella acomoda todo rápidamente y me pide perdón por el desorden. Se dio cuenta que me percate de ello, seguramente porque me quedé callado durante esos instantes que uno se toma para visualizar el nuevo lugar que recién conoce. Se sienta en el sillón y me pide con una sonrisa que la acompañe. Lo hago. Toma mis manos y me besa, dulcemente. Me sentí feliz y no pensé en Laura.
El resto ya lo presumen, no daré detalle alguno.

A las dos horas me despido de Ariana, me da su número de teléfono y me dice que la llame pronto. Le respondo que lo haré, aunque por dentro realmente no estaba tan seguro de si lo haría.
Sin embargo la llamé, en esa semana fui día por medio a su casa y me olvidaba de Laura cuando estaba con ella, lo mismo me sucedía cuando estaba con Laura, Ariana no existía para mi en esos momentos.

A la otra semana sueño nuevamente la muerte de Laura. La llamo y le digo cuanto la quiero pero esta vez no le digo que nunca me falte, fue un error, un acto fallido por culpa del sueño y de no dormir. Las sospechas de Laura se hicieron mas grandes aún, lloró esa misma noche creyendo saberlo todo.

Al otro día vino a casa y me dice:
-¿Porque me engañas?- sin pensarlo ni un segundo, aunque en realidad se notaba que lo venia pensando desde la noche anterior.
-¿Qué dices? ¿De que hablas?- Contesto estupefacto.- Sólo tengo ojos para ti- Atiné a decir.
-Lo sé, no se como pero lo sé- me dice lagrimeando.
En ese momento sentí que me moría por dentro, pocas veces me sentí de esa manera en toda mi vida.
-Me engañas, hace un mes tengo esa sospecha, me llamas todas las noches y me dices que me quieres y que nunca te falte, eso lo haces por remordimiento y anoche sólo dijiste que me querías, me engañas, lo sé.
Me pregunté si es posible que una mujer pueda sacar tantas conclusiones de los actos de un hombre, si es muy visible, si somos tan obvios, si al mínimo desorden en la forma de actuar comúnmente de una persona hay algo escondido, si quizás las subestimamos, si en realidad son las dueñas de todo pero no se dan cuenta.
La realidad fue que no supe como explicarle que sólo era un sueño en el cual ella moría y realmente sentía que la había perdido, pero efectivamente estaba Ariana, que la conocí hace una semana. Como le explicaría todo eso sin que suceda lo que finalmente sucedió? Créanme que traté pero no pude ser claro en mis palabras. Se fue y no volvió.
Esta vez la perdí de verdad y no era ningún sueño. A quien llamo ahora? No llamé a nadie y nunca más vi tampoco a Ariana, ni me acordé de ella, pero hasta el día de hoy, quince años después, no puedo olvidarme de ese día cuando Laura se fue, no puedo olvidarla y no se si algún día lo haré.

Todavía pienso en ella como si estuviera aquí, quien sabe que le deparó el futuro, nunca más supe nada de ella, pero la amé y la sigo amando.

Un dato menor pero no por eso menos importante es que nunca más tuve despertares repentinos en medio de la noche a causa de sueños o mejor dicho, pesadillas.

FIN.

No me gusta pero algo es algo. Si a alguien le gusta, me sería de una alegría inmenza. Y se aceptan ayudas y comentarios para mejorarme y corregir errores. Saludos a todos!