lunes, 29 de marzo de 2010

RECUERDOS OSCUROS

Fragmento del diario íntimo de Gabriel:


Lunes 22 de Marzo de 2010:

De pronto me encuentro solo en la oscuridad de la noche, en mi cuarto, sin recordar episodio alguno de lo ocurrido esta tarde; solamente me queda un pequeño recuerdo, confuso y borroso. Recuerdo haber hablado con Matías en algún momento de la tarde, tengo su imagen en mi cabeza diciéndome que no me preocupara más, que todo iba a mejorar y que pronto terminaría este calvario que estaba viviendo. Y ahora, mientras escribo esto, estudio sus palabras y trato de buscarles un significado pero no lo encuentro.

Voy a repasar los hechos para aclarar qué sucedió esta tarde, qué me pasó y por qué me siento de esta manera, tan abrumado y sin ganas de nada pero a la vez con ganas de empezar todo de cero.

Voy a repasar los hechos como dije anteriormente. Primero, debo empezar por lo que sucedió hace exactamente una semana, cuando estaba en mi departamento estudiando para mi examen de ingreso a la Universidad, y recibí el llamado de mi padre, que vive con mi madre en Flores y me dijo que ella estaba enferma, que la habían internado de urgencia y que vaya de inmediato a verla. Le digo que ya mismo salgo para allá y que no se altere ni se preocupe y que todo iba a estar bien, porque en su voz y en su forma de hablar y pronunciar cada palabra se notaba la angustia que tenía; hablaba aceleradamente, aunque él se caracteriza por ser un hombre calmado y tranquilo al hablar. Con estas conjeturas también me di cuenta de que lo de mi madre no era algo normal, sobre todo porque a ella nunca le ocurren este tipo de caídas, siempre llevó una vida sana y tranquila, y siempre gozó de buena salud. Todo esto, sumado a la voz de mi padre, no eran buenos síntomas y corté el teléfono: ya estaba empezando a sentirme algo nervioso.

Tomé el primer colectivo con destino a Flores. Luego de media hora de viaje llego al hospital y veo a mi padre, con lágrimas en sus ojos que viene hacia mí, con prisa pero a la vez no queriendo llegar nunca a mis brazos, tratando de evitar aquel encuentro. En ese momento temí lo peor porque uno cuando está en un hospital siempre teme lo peor y saca este tipo de conclusiones sin saber nada antes. Efectivamente las primeras palabras de él al abrazarme y besarme fueron estas: “Se nos fue Gabi, se nos fue. Está en un mundo mejor ahora. Hay que recordarla como era en vida. Feliz y cariñosa, una mujer hermosa, amable e inteligente y, sobre todo, buena persona, la mejor persona que conocí en mi vida”.

Al escuchar estas palabras de parte de mi padre, recuerdo ahora, que ya no lucía como cuando hablamos por teléfono, al contrario, estaba calmado y tranquilo, como si estas palabras que me dijo las hubiese pensado mientras yo iba camino al hospital.

Los días siguientes a ese hecho fueron horribles, los peores de mi vida. Me la pasaba encerrado en mi cuarto, recuerdo. Cuando llegó el sábado el primer movimiento de recuperación que hice fue llamar a mi novia e invitarla a salir. Ella me dijo que la llamé en el momento justo porque tenía que hablar conmigo. En ese momento mis pensamientos comenzaron a vagar nuevamente como cuando recibí la noticia de la muerte de mi madre. Recuerdo que el camino de mi departamento hacia el bar fue eterno, interminable. Los dos estábamos en silencio, sin omitir palabra alguna; se notaba la tensión, casi se la podía ver. Por la forma en la cual ambos caminábamos era como si no estuviésemos ahí, como si ella estuviese caminando por la vereda de enfrente y nunca nos hubiésemos conocido, como si fuésemos dos extraños más vagando sin rumbo por Capital Federal, dos almas solitarias que nunca cruzarán palabra.

Llegamos al bar y nos sentamos en misma mesa de siempre, casi en el medio del salón, no sé por qué, pero nos gustaba esa posición, y por fin ella habló:
—Tengo que decirte algo. No quise hacerlo antes porque vos estabas mal y yo no quería ponerte peor, así que esperé y cuando recibí tu llamado fue como una señal de que estabas mejor –dijo sin respirar, sin dejarme decir nada entre medio y mirándome a los ojos. Siempre parecía nerviosa, pero no lo estaba, así era ella, indescifrable, capaz de cambiar de humor de un segundo a otro, nunca entendí cómo hacía eso pero creo que todas las mujeres deben ser así en cierto modo, me da esa impresión.
—¿Qué sucede amor? –le dije tímidamente, casi sin pronunciar la palabra “amor”; fue tibia e imperceptible.
—Antes que nada te pido perdón, no estaba en mis planes pero…conocí a alguien, fue casual. Yo estaba en el cumpleaños de…
—No me cuentes más, no quiero saber más nada –la interrumpí abruptamente.
—Sólo quería explicarte.
—Basta, no hables más. Pero dime esto ¿Ya no me quieres?
—No es eso. La relación llegó a un límite, nada será como antes, no me siento bien, no soy feliz.
Nunca entendí qué significa esa frase “la relación llegó a un límite” que parece gustarles tanto a las mujeres hoy en día. Una relación no tiene fecha de vencimiento como una lata de tomates o un yogurt, o querés estar con la persona o no, así de simple.
—Esta bien, si eso es lo que pensás te respeto –dije finalmente luego de pensar unos segundos.
El resto del encuentro fue sombrío; ya sabíamos que sería nuestra última salida juntos, pero no nos dijimos nada lindo, ni siquiera discutimos, cosa que me pareció rara; quizás yo tampoco sentía tanto amor como pensaba. Seguramente, mi reacción tampoco fue la esperada por ella; tal vez todavía en mi cabeza estuviera dando vueltas la muerte de mi madre, y ahora que lo veo unos días más tarde, creo que esa es la razón principal de mi reacción o, mejor dicho, de mi no reacción.

El domingo fue normal, nada extraño ocurrió, miré el partido de Boca con mis amigos mientras tomábamos mates; nada fuera de lo común para un domingo.

Y así llego a esta mañana. Ahora me vienen más recuerdos, ahora que revolví en mi cabeza me llegan más pensamientos claros.
Hoy me levanté a las ocho, prendí el televisor como siempre hago, ¿y qué vi que me causó más daño aún? Ah, ya recordé. Un choque. ¿Pero por qué me dolió tanto? Me veo sentado frente al televisor, mirando atento, callado y con lágrimas en mis ojos. Veo un Polo blanco. ¿Un Polo blanco? ¿Quién tiene un Polo blanco? Debo hacer memoria. Veo que dicen que fallecieron los integrantes del auto. ¿Pero quiénes son? ¿Los conozco acaso? Son adolescentes, de sexo masculino. Chocaron contra un camión que cruzó cuando el semáforo estaba en rojo. Ahora me veo llorando desaforadamente gritando dos nombres pero no recuerdo cuáles. Hace diez minutos que estoy tratando de acordarme de ese momento y de los nombres, pero no puedo. Ya sé, ahora sí, recordé y se me están llenando los ojos de lágrimas, y retiembla la mano mientras escribo esto. ¡Juan y Nicolás! ¡Mis dos mejores amigos! Murieron esta mañana en ese accidente. ¡Están muertos! Ahora recuerdo todo, fui al velorio y a la tarde cuando volví al departamento estaba muy deprimido, no paraba de llorar, estaba en mi peor momento. La seguidilla de sucesos que me ocurrieron esta semana fueron terribles, no creo poder recuperarme nunca. Ahora ya sé qué hice esta tarde, o mejor dicho, qué intenté hacer, pero sin éxito, y ya sé por que está mi padre cuidándome, casi vigilándome. Él está en el living y yo aquí en mi pieza. Ya sé porque está aquí y recuerdo que me encontró justito cuando estaba por apretar el gatillo apuntando a mi cabeza, pero lo que no sabe es que tengo otra pistola que un día me regaló mi madre, que en paz descanse, “porque en este barrio hay muchos locos sueltos”, me dijo, “y no se puede confiar en nadie, hay mucha inseguridad”, y me hizo prometerle que la usaría sólo en una situación extrema, que me la daba para que ella se quedara tranquila y pudiera dormir de noche, y por supuesto que yo le dije que sí, que nunca la usaría y de hecho cumplí.
Pero esta es una situación extrema, madre, y yo sé que vos estás tranquila allá arriba, pero yo no lo estoy acá así que…,padre, cuando estés leyendo esto probablemente yo ya esté en otra vida, en una vida mejor, junto con mamá y mis dos mejores amigos. Te amo pá, y gracias por todo, perdón por dejarte sólo pero no aguanto más. Espero que al leer esto sientas compasión por mí o al menos me entiendas y entiendas lo que pasaba por mi cabeza. Adiós.


P. D: Ahora sé porque mi mente borró todo esto de mi cabeza y maldigo mi memoria y maldigo haber recordado todo.




Viernes 26 de Marzo:

Pasaron cuatro largos y duros días desde la última vez que escribí. Que mal la pasé, peor de lo que podría haberme imaginado porque como verán, no pude terminar con mi vida, mejor dicho no tuve las agallas para hacerlo. Cuando escribí Adiós se me vino a la mente mi Madre (que en paz descanse), que no tuvo oportunidad de despedirse, por eso decidí pasar unos días con mi Padre, para ver como me sentiría y para hacer como una especie de despedida hacia él, porque después de todo, él no es el culpable de nada, de hecho siempre estuvo conmigo y me apoyó en todo, y sobre todo en estos días en los cuales me veía decaído, llorando, paseando por la casa a oscuras sin sentido alguno, por las noches yo me despertaba abruptamente gritando ¡Madre! ¡Madre! Y él aparecía y me preparaba un té para tranquilizarme y juntos nos poníamos a recordarla, momento en el cual siempre se le ponían los ojos brillosos pero nunca se le caía una lágrima, demostrando la entereza, fuerza y valor que tenía, tres valores fundamentales que ya no logro encontrarlos en mi vida. Pareciera que el dolor le ganó al amor.

Como dije antes, mi Padre estuvo constantemente arriba mío en estos días, me demostró mucho amor, me cuidó y se interesó por mi bienestar, todo eso no puedo hacer mas que agradecérselo, pero ahora si estoy completamente decidido a suicidarme, no puedo seguir viviendo así, soy muy joven y en muy poco tiempo me pasaron cosas horribles, atroces, por ejemplo ayer me enteré que se casa novia, hace menos de una semana que cortamos y ya se casa, yo me pregunto ¿Hace cuanto que estaba saliendo con ese tipo?¿Durante cuanto tiempo me engañó? Que ciego fui, y siempre será igual, porque soy así, ciego, confío demasiado en las personas y en este mundo no se puede vivir de esta manera y no estoy dispuesto a cambiar mi forma de ser para lograr la aceptación de la sociedad, esta maldita sociedad que nos rodea y que nos dice que hacer y que no hacer, que esta mal y que esta bien, yo no sé que se creen que son algunos, ¿Los jueces del universo? Este mundo de hoy es un infierno y yo estoy en él, ¿Que peor podría ser morir? No creo poder estar. Quizás este mejor en aquel mundo, mejor de lo que estoy acá, tu me extrañarás Padre, lo sé, pero no hay nada que pueda hacer ni que puedas hacer para que yo cambie de opinión, la decisión esta tomada, ya es tarde, ya sufrí mucho, ya pasé por muchas cosas que no estaba preparado para sufrirlas, como dije antes, soy joven y no quiero seguir viviendo así, no me merezco todo este dolor que tengo en mi interior. Ahora si espero que sepas entenderme Padre, y trata de ser feliz como yo no pude serlo acá. Nos veremos en otra vida, al menos eso es lo que quiero pensar.

2 comentarios:

  1. Querido Alva, quisiera saber si el purrete se mató o que. Me gusto mucho este texto, mucho, y encima escribió el 26 de Marzo pero no me saludó :( (?)
    Hubo una parte que decis que las mujeres somos indecifrables... Muchos hombres son así tambien eh (ya me enojé) (?) Nah mentira.
    Te pongo un voto de confianza :D

    Me voya tomar el té ♥
    Chau, chau..

    pd. Aunque esta bueno que a veces ciertas cosas terminen mal... pero la mina fue una tremenda forra... y el pobre pibe está meado por una selva de elefantes maniceros.

    ResponderEliminar