lunes, 12 de abril de 2010

DOLRUDJA

Dolrudja es todo lo contrario, se dice que hubo personas desaparecidas en una tierra extraña, en donde hay un pantano pero aseguran que ahí desaparecieron hombres y mujeres que iban caminando y no se supe más de ellos. Sólo una persona volvió y pudo contarlo y esa persona soy yo Ezequiel.

Yo era un chico común hasta que un acontecimiento me cambió la vida, para mal. Iba caminando por el costado de ese pantano cuando alguien se me apareció, un extraño ser que estaba usando ropa vieja, algo así como la de un pirata pero un poco rota. Tenía el pelo largo y visiblemente sucio, enmarañado y atado. Su cara daba el aspecto de que había estado en una pelea recientemente, tenía sangre en un pómulo y en la nariz, el labio inferior un poco hinchado y le faltaban 3 dientes si mal no conté, lo que hacía casi inentendible lo que decía. En su mano derecha tenía una especie de rastrillo pero con tres puntas, como con el que aparece el diablo en los dibujos que la gente hace comúnmente de él. Estaba descalzo pero con los pies embarrados. Sin dudas me inspiró temor cuando lo vi y más aún cuando me habló.

—¿Adonde crees que vas? –creo que me dijo.

—Estoy paseando y me encontré con este pantano de repente.

—Venís conmigo ahora –me dijo y me tomó de las manos que más bien parecían garras.

—¿Adonde vamos? –dije tratando de zafarme de sus garras.

—A mi pueblo, sos mío ahora.

—No sé de que estas hablando, acá no hay ningún pueblo, sólo leyendas.

—¿Oíste hablar de Dolrudja?

—Son leyendas como te dije recién.

—Bueno, callate y vení conmigo, no te me vas a escapar.

No pude hacer nada, era tanto mi temor ante aquel ser que me quedé callado y ni siquiera opuse fuerza alguna.
Caminamos unos minutos y de la nada apareció una puerta delante de nosotros; vi que hizo algo con la mano, como un chasquido, como quien está cantando el tema de Los Locos Adams, pero no estoy muy seguro. Abrió la puerta, entramos y caminamos por un pasillo sin luz que iba hacia abajo. Al hacer unos veinte pasos había otra puerta con una llama en el medio. Este sujeto la empujó y la puerta cedió. Cuanto entré no podía creer lo que veía: el cielo era negro, oscuro, tan oscuro que era difícil ver, no había luz, ni siquiera artificial sólo la luz del fuego, del fuego de las plantas, las maderas, la paja que estaban incendiadas como en algún tipo de protesta cajera que esta tan de moda hoy en día. A medida que caminamos en medio de ese caos me di cuenta de que todas las personas eran iguales, excepto el sujeto que estaba conmigo, los demás tenían el mismo aspecto que este tipo pero no llevaban el rastrillo de tres puntas ni estaban descalzos ni estaban lastimados, eran personas normales; eso sí, ninguno me inspiraba confianza más bien terror, miedo, quizás era mi paranoia, pero eran todos feos, muy feos y estaban sucios, como sino se bañasen. A nadie parecía molestarle el fuego, seguramente estaban acostumbrados, como se acostumbra uno a las cosas diarias de su vida. Todos me miraban y se reían y me señalaban, y escuché murmurar a alguien algo así como, “Te llegó la hora”, mas tarde averiguaría qué significaba eso.

—¿Dónde estamos? –pregunté mirando hacia las casas, casas viejas, muy viejas que parecían iglesias, todas grandes muy grandes, todas negras y la mayoría con gárgolas ubicadas en el punto más alto de cada edificio. Cuervos rondaban en el cielo como buscando comida, y ya sabemos que los cuervos huelen la muerte, y adoran la sangre y la carne humana, por lo tanto sentían que alguien estaría por morir.

—En Dolrudja –me dijo el extraño sujeto.

—¡Quiero irme de acá! –grité y todos los que estaban cerca se dieron vuelta y se rieron.

—Si encuentras la salida te vas tranquilamente. Te doy cinco horas para que la busques –me dijo mientras me soltaba y sus ojos se agrandaban, y su boca formaba una risa irónica que no entendí en ese momento.

—Bueno, gracias. No nos veremos nunca más porque memoricé el camino por el cual vinimos. Chau. –Y me di media vuelta mientras todos se seguían riendo a mis espaldas.

Hice el mismo caminó y al llegar adonde supuestamente estaba la puerta, para mi sorpresa había un árbol prendido fuego. Seguí buscando sin éxito durante las cinco horas. Visualicé personas que me parecían conocidas, personas que había visto en la televisión o al menos eso creo. Para ser mas exactos, eran políticos a los que la gente siempre les decía, “Van a ir al infierno” u “Ojalá que te pudras en el infierno por las cosas que estás haciendo” y cosas así. También vi tigres, leones, panteras y todo tipo de animales salvajes, todos persiguiéndose los unos a los otros y peleando con rabia por sobrevivir en ese mundo atroz. Yo parecía un sapo de otro pozo en medio de todo eso y hasta atiné a pensar que me encontraba en el infierno, pero eso no tenía sentido porque nunca había hecho nada malo en mi vida.

—Acá estás.

—¿Como me encontraste? –pregunté anonadado.

—Yo encuentro a quien quiero aquí. Es mi pueblo, mi lugar, mi ciudad o como quieras llamarlo –dijo y me guiñó el ojo izquierdo; al hacerlo vi que tenía dos colmillos gigantes y muchísimas arrugas.

—¿Me estas diciendo que sos el dueño de este lugar?

—Así es –dijo orgulloso.

—¿Y porque no pude encontrar la salida, si seguí el camino sin equivocaciones?

—Nunca la encontrarás y ahora venís conmigo; ya te dí las cinco horas y se agotó tu tiempo.

Al decir esas palabras me tomó con sus garras y con su suciedad, y me llevó hacia uno de esos edificios que antes mencioné. Al entrar miré hacia mi derecha y luego hacia mi izquierda y había sangre por todos lados; no había luz tampoco sólo antorchas de fuego colgadas en la pared. Al mirar el techo vi que había jaulas, jaulas enormes con personas adentro atadas con grandes y enormes cadenas que tenían candados imposibles de abrir; no se movían, pero se notaba que respiraban y que estaban cansados de tanto gritar y pelear por escapar de ahí adentro. Los cuervos estaban en las ventanas gigantes que había por todas las paredes, esperando que alguno muriera, y así entrar y comer su cuerpo ya sin vida. La escena era horripilante, parecía sacada de una película de Tim Burton pero más oscura y tenebrosa todavía.

Fuimos hasta una puerta, la más grande y que se encontraba subiendo una larga escalera que parecía no tener fin. Abrió la puerta y vi una jaula de las que estaban colgadas pero ésta estaba vacía.

—Esa es para vos –me dijo el horrible sujeto.

—¡Nunca! Grité y saqué una cruz de mi bolsillo.

—¡Muere bestia inmunda! –le grité mientras le mostraba la cruz y le tiraba agua bendita–. Sabía que algún día te encontraría, ¡muere maldito ser viviente! –y comencé a decir lo que dice todo cura en un exorcismo.

—¡No! ¡No debo morir! ¡Nunca te olvidarás de mí! ¡Te visitaré en tus sueños, esta era tu hora! –dijo mientras se prendía fuego y se derretía, y sus huesos comenzaban a desaparecer.

Luego no pude ver nada, pero sí vi el humo que había dejado el cuerpo de ese sujeto incendiándose. Cuando el humo se disipó, me acerqué y no había nada, sólo cenizas pero al tomarlas con mis manos desaparecieron. Me paré y cuando miré a mi alrededor ese lugar monstruoso no estaba: los edificios, los animales salvajes, los cuervos, la gente horrible, las risas, la sangre, el fuego, todo había desaparecido, como si se lo hubiera tragado la tierra. Y en lugar de eso estaba el pantano. Me quedé parado un momento, luego me senté y me quedé callado sin pensar en nada. Diez minutos después me fui caminando bordeando el pantano mirando en cada árbol indicios de aquella puerta misteriosa pero nada encontré.


Hoy diez años después estoy en un manicomio a causa de todo el trauma que esta experiencia me causó, y todavía nadie me cree, y hasta me hicieron dudar a mí si todo eso había sido real. De lo único que estoy seguro es que afuera de mi habitación hay cuervos dando vueltas y que me guiñan el ojo y se ríen, y hasta creo que los escuché balbucear algo así como “Te llegó la hora”. Todos los días tengo miedo de dormirme y soñar, porque ese sujeto aparece y me mata en cada uno de mis sueños y de diferentes maneras, una más sangrienta que la otra. Creo que era mi destino y que debía morir ese día que estuve en Dolrudja, pero mi fe es grande y un cura no puede morir en manos de un sujeto como ese, aunque les confieso que más de una vez se me cruzó por la cabeza abrir la ventana de mi habitación.

2 comentarios:

  1. Algo que noté... Tu segundo nombre es Ezequiel y el protagonista se llama así. ¿Lo hiciste apropósito?. Soy una observadora, aunque a veces tendría que mirarme a mi mismas, que se yo... llegué a esa conclusión hace 5 segundos mientras Boca convirtió su 4to gol. Román hizo un gol ♥
    Detesto muchas veces cuando vos creés algo y la gente hace que descreas de eso, esto me dió para pensar varias cosas.
    Muchas veces me pasa que leo algo y lo miro de otro forma y bla bla bla... está bueno eso, de todas formas gracias!
    Un beso Alva :D, te cruzo el 17, pero si me ves saludame, de última tirame del pelo o gritá "user lastfm noravazquez" (?)

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  2. coincido con lo último que me dijiste :P JAJAJAJAJAJAJA, peor a veces hay que dejarse llevar.
    Recordame preguntarte algo cuando me veas conectada.

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